De la confianza en el Kennedy de 1962 a las dudas de hoy
En 1962, al comenzar la crisis de los misiles, el presidente John F. Kennedy envió a París al ex secretario de Estado Dean Acheson para que mostrara al presidente Charles de Gaulle las pruebas estadounidenses sobre la instalación de misiles soviéticos en Cuba y obtuviera el apoyo francés al bloqueo de la isla. De Gaulle no quiso ver las fotos. "Una gran nación como la suya", proclamó el general francés, "no daría un paso tan serio si existiera alguna duda sobre las pruebas".
Estados Unidos tenía entonces más credibilidad. Cuando el embajador ante la ONU, Adlai Stevenson, mostró ante el Consejo de Seguridad y las cámaras de televisión las fotografías captadas por los aviones-espía U-2, nadie discutió que aquellas imágenes mostraran piezas de misil. Y, sin embargo, el propio Robert Kennedy, hermano y asesor del presidente, reconocía que las fotos eran, por sí mismas, escasamente concluyentes. "Sin las banderitas y las etiquetas colocadas por la CIA, no parecían mostrar más que un terreno despejado para la construcción de una granja", admitió.
No todo el mundo creyó en la palabra de Washington. La CIA acababa de protagonizar el fallido desembarco en la bahía de Cochinos, la caza de brujas del senador Joe McCarthy era aún reciente y la prensa europea se mostró bastante escéptica sobre el valor real de las imágenes aportadas por Adlai Stevenson. Los gobiernos, sin embargo, las tomaron en serio. Como el embajador soviético ante la ONU, Valerian Zorin, cuyo diálogo con Stevenson, en una reunión del Consejo de Seguridad abierta al público, forma ya parte de la historia.
Diálogo histórico
"¿Niega usted, embajador Zorin, que la URSS ha instalado y está instalando misiles de alcance medio en Cuba? Diga sí o no", exigió Stevenson, "no espere a la traducción. ¿Sí o no?".
"No estoy ante un tribunal estadounidense, señor", respondió Zorin, "y por tanto no deseo responder a una pregunta que se plantea como si lo hiciera un fiscal. En su momento, señor, dispondrá usted de la respuesta".
Stevenson le espetó que estaba "ante el tribunal de la opinión pública mundial". Zorin repitió que respondería "a su debido tiempo". El embajador estadounidense concluyó el diálogo con la afirmación de que estaba dispuesto a esperar "hasta que se congele el infierno". Y sacó las fotos.
En 1990, antes de la guerra del Golfo, no hubo presentación de pruebas ante la ONU. Hubo una comparecencia de "testigos" de la "crueldad iraquí" ante el Congreso de Estados Unidos. Los testimonios fueron, en general, dudosos. Uno de ellos, una joven que afirmó que las tropas iraquíes desconectaban las incubadoras de los hospitales, resultó ser hija del embajador kuwaití en Washington. Parece poco probable que hoy se repita en el Consejo de Seguridad el diálogo directo y cortante que Stevenson y Zorin protagonizaron en 1962.
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