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Entrevista:MANUEL ARENAS VARGAS | Presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos

"La industria farmacéutica es el enemigo número uno de los farmacéuticos"

Mientras que el gasto en medicamentos se dispara cada año (el 9,89% el año pasado), el futuro de las 19.000 farmacias que hay en España se debate en una encrucijada: someterse a las reglas del mercado y convertirse en meros establecimientos comerciales o reforzar su rol sanitario. Algunas administraciones autonómicas les están ofreciendo ejercer un papel más activo como agentes de salud. Andalucía es una de ellas. Y Manuel Arenas (Sanlúcar La Mayor, Sevilla, 1942), presidente del Consejo Andaluz de Colegios Farmacéuticos (CACF), les ha tomado la palabra. Acaba de firmar un convenio para los próximos cuatro años con la Consejería de Salud, según el cual los farmacéuticos se comprometen a apoyar la prescripción por principio activo que hagan los médicos (ya representa el 26% de toda la prescripción actual), intervendrán en el seguimiento de los enfermos crónicos a través de la receta electrónica de inminente implantación, y contribuirán a promover hábitos saludables entre la población sobre aspectos como la alimentación, el estrés o la radiación solar. En la actualidad, los farmacéuticos andaluces hacen ya el seguimiento de enfermos diabéticos y trabajan en programas para dejar de fumar. Manuel Arenas quiere que las farmacias sean "un verdadero centro sanitario".

"Las farmacias están infrautilizadas en el actual sistema sanitario público"
"Un medicamento que se publicita se convierte automáticamente en un producto de consumo"

Pregunta. Cuando define usted la farmacia como un centro sanitario, ¿qué quiere decir?

Respuesta. Que el farmacéutico puede y debe ser un complemento del médico y actuar, junto con él, como agente de salud. En cuanto a la oficina de farmacia en sí, en ella sólo deberían dispensarse productos de los que esté garantizada su contribución a mejorar la salud.

P. ¿En qué complementan ustedes al médico?

R. Nosotros podemos hacer el seguimiento del comportamiento terapéutico de los fármacos, pero también verificar sus efectos secundarios y vigilar que el enfermo cumpla con el tratamiento. Esto entre otras muchas cosas, pues somos el centro sanitario más próximo a la gente, siempre hay alguna farmacia abierta y el servicio que damos tiene garantías sanitarias.

P. Quizá las farmacias deberían ser así, pero ahora más bien parecen unos establecimientos en las que se dispensa de todo... Y no siempre con las debidas garantías que usted dice.

R. A partir de los años cuarenta, con la aparición de la penicilina y el despegue de la industria farmacéutica, perdimos nuestra identidad. Dejamos de ser la botica clásica y pasamos a ser un dispensario de medicamentos que busca beneficios... Pero hemos recuperado la cordura y proclamamos de nuevo que estamos infrautilizados en el sistema sanitario público. Ahora queremos desempeñar otra vez el papel que nos corresponde.

P. Ha citado usted a la industria farmacéutica...

R. Sí, ella es la causa de muchos de nuestros males. Es el enemigo número uno de los farmacéuticos. Siempre que se habla de gasto en medicamentos, la población mira hacia nosotros, cuando, en realidad, habría que hablar del ahorro farmacéutico que propiciamos.

P. Dicho así, parece simple...

R. La industria ve los medicamentos como productos de consumo y gasta cientos de millones de euros en publicitarlos; eso los encarece. Yo creo que un fármaco nunca puede ser un producto de consumo, sino un bien que sirve para solucionar la enfermedad. Mientras la Administración no se decida a poner coto a esto seguiremos teniendo el problema y el gasto en medicamentos no dejará de aumentar.

P. Muchos males del sistema sanitario público se achacan, precisamente, a este gasto exagerado en fármacos. El año pasado, el incremento fue del 9,89% (en Andalucía, el 8,42%). En total, los españoles gastaron 7.255 millones de euros en pastillas, el 25% del total de todo el dinero presupuestado para salud. ¿Qué puede hacerse para corregir esta tendencia?

R. Insisto: la Administración tiene que suprimir la publicidad de los medicamentos. La publicidad está haciendo estragos. El número de recetas creció el año pasado el 6,39% y parte de culpa la tiene la publicidad. Un medicamento que se publicita se convierte automáticamente en un producto de consumo. La Administración debe vigilar, además, que los fármacos nuevos que aprueba aporten de verdad alguna novedad terapéutica. Un medicamento no debería costar más de lo que realmente vale. Además, una vez amortizadas las patentes, éstas deberían quedar libres para que otras empresas fabricasen genéricos.

P. ¿Cómo ve el futuro?

R. Soy de los que creen que hay que dialogar hasta alcanzar acuerdos. En el tema farmacéutico, si no se controla el incremento del gasto en medicamentos puede que un día nos arrepintamos. La industria también. Esto no es un pozo sin fondo de donde mana el dinero... Y el Estado debería plantearse muy en serio promover la educación sanitaria. La sociedad está consumiendo demasiados medicamentos sin ningún control.

Recetas de principios activos

P. Los genéricos no parece que hayan tenido mucho éxito hasta ahora, a pesar del apoyo del Gobierno. Ustedes han preferido impulsar con la Junta de Andalucía la prescripción por principio activo. ¿Por qué?R. El principio activo es el verdadero genérico y esta forma de prescripción potencia la condición de agentes de salud que reivindicamos. El médico, libremente, receta el principio activo y el farmacéutico decide cuál se lleva el enfermo, siempre sin sobrepasar los precios máximos establecidos por la Junta, recogidos en el convenio. La medida está funcionando muy bien; tanto que la industria farmacéutica la ha denunciado. ¿Por qué? Pues, entre otras cosas, porque pierde poder ante los médicos, que son los que manejan el talonario. Lo cierto es que hemos pasado en un año de dispensar cero recetas por principio activo al 26% actual; algo impensable cuando se implantó la medida. P. Aun así se han levantado voces diciendo que así se dispensan medicinas de peor calidad.R. Eso no se sostiene. Si se me permite, diré que es una tontería. Si un medicamento está registrado y permitido por la Agencia del Medicamento será porque es seguro y cumple las condiciones de calidad y eficacia que se le exigen. Lo que no se explica ni se comprende es que haya decenas de marcas con la misma molécula y, encima, los precios varíen 20, 30 o 40 euros. Lo que pasa es que la prescripción por principio activo va a ser la gran revolución farmacéutica, y eso la industria no lo tolera.P. El Ministerio de Sanidad ha hablado de implantar la unidosis, ¿qué opina?R. Éste es un tema muy delicado. No me explico cómo el Gobierno ha soltado esto así, tan a la ligera, cuando no hay ni una legislación que lo ampare. Si de lo que se trata es que el farmacéutico coja la tijera y corte dos cápsulas, vale. Pero lo que me parece inaudito es que el Ministerio lance esta idea sin hablar con los farmacéuticos y, como digo, sin legislar al respecto.

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