Nuevas bibliotecas universitarias
Mejoran las instalaciones físicas a la vez que los recursos digitales
La imagen más difundida de las bibliotecas universitarias en los últimos años corresponde a los maratones estudiantiles de la época de exámenes. Es la foto fija de estas fechas, con horarios de apertura de 24 horas diarias para que el alumnado pueda estudiar, repasar apuntes y consultar el material bibliográfico pertinente en un espacio adecuado. Pero esto es lo estacional. Las bibliotecas de los campus valencianos abren entre 230 y 330 días al año, dependiendo de cada universidad. Y no sólo eso, "la tendencia actual es que la biblioteca universitaria ofrezca tantos servicios presenciales como a distancia", en palabras de Victoria García, directora técnica del Servicio de Información Bibliográfica de la Universitat de València.
"En lo relativo a la investigación", señala José Llorens, director de la Biblioteca General de la Universidad Politécnica, "la tendencia es pasar de la versión en papel a la electrónica, en cuanto a revistas y bases de datos". El resultado es la biblioteca híbrida, que conjuga los recintos silenciosos para el estudio y lectura, con la posibilidad de consultar desde casa o desde cualquier parte, siempre que se disponga de un ordenador conectado, los últimos artículos electrónicos o los manuales digitales.
En ese sentido, en los últimos años asistimos a un claro incremento de la adquisición de recursos electrónicos, pero también a una notable mejora de bibliotecas universitarias valencianas en instalaciones puramente físicas.
En el caso de la Universitat, por ejemplo, se ha pasado de los 18.270 metros cuadrados de superficie disponible en 1995 a los 31.566 del año 2001, según los datos reogidos en el Anuario Rebiun (la red que aglutina a todas las bibliotecas universitarias españolas). En el mismo periodo, la Politécnica ha pasado de 4.500 a 6.800 metros cuadrados; la de Alicante ha duplicado la superficie de sus instalaciones hasta los 18.500 metros y la Jaume I ha casi cuadruplicado el espacio hasta llegar a los 9.100 metros cuadrados. Estos son, sobre todo, los espacios que utilizan preferentemente los alumnos de forma presencial. Lo que convencionalmente se entiende como biblioteca. La tendencia, según destacan los distintos responsables universitarios, es que el profesorado utilice más los fondos "a distancia".
No es extraño, pues, que a escala estatal, se incrementara en un 57 % el gasto en recursos electrónicos (páginas, catálogos o revistas electrónicas) en el plazo de un año, como señalaba el informe Rebiun de 2001 y que se triplicara el número de tìtulos de revistas electrónicas al que se accede. Y ello supone un capítulo de gasto importante para las universiades.El coste de las revistas electrónicas, material de referencia utilizado por profesores e investigadores, se ha disparado. "Hay suscripciones de revistas que pueden costar 6.000 euros anuales", explica Victoria García. Mientras entre 1994 y 2001, las suscripciones a estas revistas crecieron un 50%, el presupuesto dedicado a pagarlas se triplicó, según los datos aportados por Rebiun, la Red de Biblioteca Universitarias vinculada a la Conferencia de Rectores. "Esta es una tendencia que habrá de romperse en unos años, pero por el momento, la única forma de paliar el problema es consorciarse", señala Jose Llorens. Así las cosas, las cinco universidades públicas valencianas, junto a La Laguna, Las Palmas y Politécnica de Cartagena han llegado a un acuerdo para suscribir una colección de revistas electrónicas de Elsevier Science, una potente editorial en este campo. "Este consorcio nos permitirá", explica García, "ofrecer a nuestros usuarios más de 1.700 títulos de revistas en versión electrónica".
Precisamente, en la asamblea celebrada en Alicante, hace dos años, por los responsables de bibliotecas universitarias y científicas españolas aglutinados en Rebiun, se acordó pedir al Gobierno una ayuda adicional para la adquisición de recursos electrónicos. Distintas fuentes señalan que aún no ha habido avances destacables en las negociaciones desarrolladas en este sentido. Desde la Biblioteca de la Jaume I se proporciona acceso a 3.200 títulos de revistas electrónicas, subraya su responsable, Vicent Falomir, además de diferentes bases de datos. "Ello es posible", subraya, "gracias a la participación en diferentes consorcios, como es el Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya. La responsable de la Biblioteca de la Universidad de Alicante, Remedios Blanes, señala también el impulso a los recursos electrónicos como una de las claves del periodo actual. "Entre otros proyectos", señala, "estamos a punto de lanzar una base de datos de todas las revistas que se reciben en la universidad". A partir de ahí, se digitalizarían artículos para enviar a las direcciones de correo electrónico de los usuarios y, "en caso de tener suscripción on line, enlazaría con el artículo completo". Cuentan, además, con varios proyectos de digitalización de fondos, "básicamente, fondos antiguos", según Blanes. Desde hace dos años, en la Universidad de Valencia se digitalizan los fondos anteriores al siglo XVI, propios de una universidad con cinco siglos de antigüedad, que incluyen incunables y forman parte de su Biblioteca Histórica. "A través de esta Biblioteca Digital", explica Victoria García, " se difunden los fondos antiguos de la Universitat, sin necesidad de que los investigadores se desplacen a Valencia".
En la Politécnica, apuestan por la compra de libros electrónicos: "Ahora, vamos a hacer una compra de varias editoriales, que supondría el acceso a 4.000 o o 5.000 libros electrónicos", concreta Jose Llorens. Dada la idiosincrasia de esta universidad, "facilita el trabajo de los alumnos que a menudo están en laboratorios".
¿Y el papel? La tendencia general de los últimos años, según constataba el anuario más reciente de Rebiun, es la escasa inversión en libros, a causa de que "el mantenimiento de las revistas se hace a costa de los libros". Aún así, éstos no dejan de ser el plato fuerte y sustancial de las bibliotecas universitarias, además del material más utilizado por el alumnado. En sus respectivas bibliotecas, las seis universidades valencianas disponen en la actualidad de unos 2.200.000 volúmenes, la mitad de ellos en la Universitat de València. El incremento ha sido mayor en las universidades más jóvenes. La Miguel Hernández, por ejemplo, ha pasado de las 14.000 monografías de su origen, hace siete años, a las 60.000 actuales. En 2001 hubo más de diez millones de entradas a las bibliotecas valencianas..Otras universidades ponen el énfasis "a la importancia que se da al fondo de materiales específicos en distintos soportes audiovisuales, magnéticos, ópticos y digitales", como señala Elena Suarí, directora de la Biblioteca de la Cardenal Herrera, "que se centralizan en la Mediateca y son de especial interés para los estudiantes de Comunicación Audiovisual".
La Jaume I dispone de 95.000 ejemplares de discos de vinilo y CDs, cedidos por Radio Castellón. Para detectar las necesidades y mejorar el servicio,algunas universidades han creado comisiones de usuarios, de las que participan profesores, estudiantes y PAS. En la de Alicante, se creó en mayo de 2002 una por cada biblioteca para conseguir una "mayor comunicación con los usuarios", señala Remedios Blanes. La comisión de la Jaume I, "se encarga de marcar las líneas de actuación prioritarias y evaluar los resultados obtenidos". En la Miguel Hernández han optado, explica el vicerrector Jesús Pastor, por "una comisión que reúne representantes de las distintas bibliotecas de campus".
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