Artesanía en olivos centenarios

Todo empezó gracias a un regalo. A Ani Vico Guzmán la obsequiaron con unos útiles de cocina realizados con madera de olivo, pero fabricados en Palma de Mallorca. ¿Cómo podía ser que en la cuna del olivar no existiera una actividad semejante? Y así fue cómo comenzó a forjarse Arteoliva, una empresa que abrió sus puertas en el mes de agosto de 2000 en el municipio de Castellar, en la comarca jiennense de El Condado. Ani Vico, promotora y copropietaria de esta firma, tuvo claro desde el principio que podía encontrar una fórmula de autoempleo rescatando una actividad artesanal perdida en la provincia de Jaén desde hace más de medio siglo.

Lo que inicialmente empezó como un pequeño taller artesanal ha dejado paso a unas modernas instalaciones sobre una parcela de más de 1.000 metros cuadrados. La inversión de 270.000 euros se financió con fondos propios y una subvención del 50% del programa europeo Now. La idea inicial era constituir una sociedad entre tres personas, pero finalmente Ani Vico -que lleva 20 años afincada en Castellar- optó por comprar todas las acciones y ahora dirige esta sociedad limitada en la que trabajan cuatro personas, que realizan funciones de carpintería, ebanistería y marquetería.

Lo que empezó como un pequeño taller ocupa ahora instalaciones de 1.000 metros cuadrados

Autodidacta

Aunque toda su familia es de origen olivarero nadie tenía experiencia alguna en la ebanistería. Por eso se apoyaron en un veterano carpintero de la localidad, Juan García Torres, que, durante meses, fue quien formó a la plantilla. "He sido una persona autodidacta", reconoce esta empresaria, que hasta hace poco era ama de casa y ahora se ha tenido que poner al día en temas de gestión y dirección de empresas, márketing y contabilidad.

Los productos que se fabrican en Arteoliva se organizan en cuatro grupos: muebles rústicos, como aparadores estilo castellano, sillas, mecedoras con respaldos tallados y asientos de anea o mesas con patas macizas y tableros laminados. El segundo grupo son los artículos de menaje, cuyo acabado final se realiza siempre con aceite, ya que están en contacto con los alimentos.

El tercer bloque es el de los objetos decorativos: relojes, ceniceros, marcos, tableros de ajedrez, cajas, joyeros, portavelas, sujetalibros y caras talladas en rodajas de tronco, etcétera. Finalmente, Arteoliva fabrica también tarimas de parqué. Los precios son para todas las economías: desde los dos euros que vale una paleta de cocina pasando por una palmatoria pequeña de 22 euros, hasta una estantería por 500 o una cama de 3.000 euros. Arteoliva es la única empresa andaluza dedicada a esta actividad artesanal. Ahora sus productos se comercializan por toda la geografía nacional, pero principalmente en Madrid y Palma de Mallorca. También le han llegado pedidos desde Japón gracias a la página web que la empresa tiene colgada en Internet. Los pedidos más demandados son el parqué y los muebles.

La madera de olivo es la despreciada por los olivareros en las podas. Tan sólo se aprovecha el 25% de la madera rojiza de las tierras de El Condado, una comarca con olivos centenarios de hasta cuatro pies. El resto se reutiliza como abono vegetal y para hornos y granjas. También se trabaja con madera de arbequino adquirida en los mejores almacenes especializados, una madera muy apreciada por el artesano por la mayor longitud de su tronco.

Trabajo a mano

El proceso de producción se inicia con el enterramiento, posterior aserramiento y limpieza de la madera. Una vez ya seca, en el túnel de aire caliente y a una temperatura de unos 40 grados, se prepara con un tratamiento especial para trabajarla a mano. El proceso finaliza con el acabado final en embarnizado por inmersión, encerado o aceitado, según se trate de un mueble auxiliar o un artículo de menaje o tarima de parqué.

El aserrado de la madera consiste en la preparación y limpieza de la madera, liberándola de corteza y zonas afectadas de forma que quede lista para su paso a secadero y reduzca el espacio de almacenamiento. El secado es lento y homogéneo y permite trabajar la madera con un 2% de humedad aproximadamente. Para ello, la madera se deposita en estantes que permiten la circulación de aire tratado y permanece en el secadero por un tiempo aproximado de un par de meses hasta su utilización.

Ani Vico echa la mirada atrás y ella misma se sorprende del éxito que ha tenido su negocio. "No era muy frecuente que una mujer creara una carpintería pero ahora cuento con la consideración del resto del gremio de la madera", manifiesta Ani, que forma parte también de la Asociación de Mujeres Empresarias de El Condado y que asegura haber detectado un positivo cambio de actitud en las mujeres rurales de esta comarca.