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Reportaje:

Semprún remata su primera novela en español

El autor de 'La escritura o la vida' anuncia una ficción sobre las protestas estudiantiles de 1956

Jorge Semprún, el escritor que un lejano día fue el militante comunista Federico Sánchez, está escribiendo, y a punto de terminar, su primera novela en castellano. El autor de El largo viaje considera que los dos libros que tituló con su viejo alias de resistente "eran más polémico-políticos que novelas", así que se puede decir sin miedo que está terminando su primera novela en español. Lo anunció ayer, entre risas sobre su cosmopolitismo un poco esquizofrénico, durante un desayuno con un pequeño grupo de periodistas en Madrid -la ciudad donde nació en 1923- sólo unas horas después de recibir el Premio Blanquerna de la Generalitat catalana y un rato antes de volver a París, donde reside desde su exilio en 1939.

Semprún explicó que aún no tiene título, pero que la novela transcurre en España, en el mes de julio de 1956 y que "los protagonistas son varios estudiantes de 20 años, chicos y chicas". "Hay además una memoria de mi familia, una mirada hacia un episodio de 1936", dijo, "y, aunque todo es inventado, aparecen varios personajes reales: la ficción hace referencia a las detenciones de estudiantes de aquel año, la primera oposición al régimen franquista. Pero, como diría Boris Vian, la novela es verdadera, porque la he inventado yo".

El que fuera ministro de Cultura del PSOE dijo no añorar nada su etapa política -"sólo añoro el cine, me encantaría hacer el guión para una película en España"-, y habló también de política, de cultura y de la guerra que viene. Semprún se mostró muy crítico con la división de la Unión Europea, que, a su juicio, ha producido la carta de apoyo a Estados Unidos firmada por nueve presidentes y jefes de Gobierno, entre ellos el español. "Ese artículo es, por lo menos, un error", dijo. "Además de una falta total de imaginación. Dice cosas indiscutibles como que Estados Unidos liberó a Europa de los totalitarismos, pero eso no significa que haya que defender su expansión militar hasta el extremo de apoyar esa guerra preventiva contra Irak. Una cosa es ser un aliado y otra es ser un vasallo".

"La división que causa a Europa ese documento es terrible", añadió el escritor. "Se han cargado la política común de Defensa y Exteriores. ¿Qué pensará el señor Solana? Es un golpe durísimo para la unidad, una maniobra de Estados Unidos para acabar con la política exterior de la UE".

Semprún recordó que el lunes pasado, día de la conmemoración de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo, acabó su discurso en el Bundestag recordando a los alemanes, en alemán -"lo aprendí de niño gracias a mi padre y todavía me defiendo"-, que su responsabilidad europea es en este momento mayor que nunca. "Ellos son el único país que ha vivido bajo dos totalitarismos, y deben servir de puente entre los países de Europa del Este que se van a incorporar y la vieja Europa".

Las referencias al Holocausto y a la revitalización de la memoria histórica y literaria son inevitables si está cerca el autor de La escritura o la vida, que hoy es capaz de ironizar sobre su experiencia: "Hubo dos tipos de españoles en los campos: los que se alistaron como auxiliares de las fuerzas francesas, que fueron entregados por Serrano Suñer y luego deportados al durísimo campo de Mauthausen, y los 200 resistentes y guerrilleros que fuimos enviados a Buchenwald; a nosotros la administración comunista del campo nos trató siempre como a privilegiados. Gracias a la leyenda rosa de la Guerra Civil, demasiado rosa quizá, si había algún español en una lista de castigo o de tareas duras se le quitaba inmediatamente. Teníamos esa paradójica ventaja".

Sin rencor

Semprún distinguió el olvido que sufrió el Holocausto hasta hace unos años de la amnesia que impuso la transición española sobre el pasado. "Cuando Alemania perdió la guerra, los aliados impusieron la desnazificación. La Guerra Civil fue diferente. La transición decidió olvidar los rencores, renunciar a pedir cuentas. Había muchas familias que se habían roto y se hizo un ejercicio de amnistía. Pero estuvo a punto de convertirse en amnesia, en desmemoria. Y no se debe confundir amnesia con amnistía, porque entonces no sabemos, como decía Ortega, a qué atenernos. Está bien no pedir cuentas, pero hay que recordar".

Soldados de Salamina, la novela de Javier Cercas, le parece a Semprún ejemplar en ese sentido: "Es un libro estupendo, un intento nuevo de literatura elaborada que vuelve a la memoria sin rencor y con objetividad".

Y el mejor síntoma de eso, añade, "es que la novela ha sido un gran éxito en Francia y en Alemania, dos lugares en los que están constantemente en lucha la memoria y la desmemoria. En Francia empiezan a hablar ahora de las torturas de la guerra de Argelia, y hace 30 años censuraron un plano del documental de Resnais La noche y la niebla en el que salía un gendarme francés de Vichy escoltando un tren que llevaba prisioneros de los nazis a los campos".

Jorge Semprún, ayer en Madrid.
Jorge Semprún, ayer en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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