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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un amor desconocido

Edgardo Cozarinsky (Buenos Aires, 1939), hijo de inmigrantes rusos y afincado en París desde 1974, ha declarado en diversas ocasiones que sólo reconoce una patria: los libros y el cine. Y es en ambos ámbitos, cine y literatura, donde se ha desarrollado su andadura creadora. Autor de culto, sobre todo en Francia, en Estados Unidos, Cozarinsky ha publicado varios libros de ensayo (El laberinto de las apariencias, El pase del testigo, entre otros) y de narrativa (Vudú urbano y La novia de Odessa, publicada hace unos meses en España por Emecé, editorial que proyecta reeditar toda la obra de este autor), y es realizador de filmes como Puntos suspensivos (1973), La guerra de un solo hombre (1981), sobre Ernst Jünger; El violín de Rothschild (1996) y Fantasmas de Tánger (1997), que maravilló al público asistente a la proyección programada dentro de la reciente Kosmópolis, celebrada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Lúdico, brillante, honda pero inteligentemente comprometido con las tragedias del siglo, Cozarinsky es, afortunadamente, un creador inclasificable, riguroso, que apuesta por el riesgo y huye de la comodidad.

BORGES Y EL CINEMATÓGRAFO

Edgardo Cozarinsky Emecé. Barcelona, 2002 160 páginas. 13 euros

Cine y literatura son el argu

mento de este ensayo sorprendente titulado Borges y el cinematógrafo, que nos descubre no sólo la pasión de Borges por el cine, sino la influencia que la narrativa cinematográfica tuvo en la narrativa borgiana, e incorpora, además del ensayo del propio Cozarinsky, los artículos sobre cine publicados por Borges en la Revista Sur, entre 1931 y 1945. Artículos desconocidos para el lector peninsular y que nos descubren al autor de El Aleph comentando filmes de Joseph von Stenberg, King Vidor, John Ford, Chaplin, o del Harry Beaumont de Melodías de Broodway, además de distintos aspectos del lenguaje cinematográfico. Ya en el prólogo de Historia universal de la infamia reconocía Borges que sus primeros ejercicios de ficción derivaban del cine de Von Sternberg; y el texto de Cozarinsky (Magias parciales del relato) constituye un estupendo análisis de esa influencia, de la influencia del montaje fílmico en los cuentos de Borges.

Si La novia de Odessa, de Cozarinsky, era un libro de relatos que podrían considerarse como capítulos de una novela presentados deliberadamente por separado y dejando para el lector la tarea de encontrar sus nexos para pasar del carácter documental de cada pieza al rango de ficción que adquieren en su conjunto, en el presente libro el autor nos presenta un ensayo-documental realizado como una suerte de montaje a la manera del cine y cuya totalidad apunta a una historia circular: el lenguaje cinematográfico en la narrativa de Borges y la narración literaria de Borges en la narrativa cinematográfica, o más aún: en las distintas narrativas cinematográficas a las que la obra de Borges ha dado lugar o dejado una huella evidente (en el capítulo titulado Cine sobre Borges se enumera la cantidad -en verdad insospechada- de los filmes basados o inspirados en cuentos, citas de entrevistas, personajes, etcétera del autor argentino). Y, un aspecto sumamente irónico, la influencia de Borges en el lenguaje de la crítica cinematográfica, sobre todo, francesa.

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