Marea humana
La marea humana que se ha desplazado a Galicia para restar negrura a la veleidad de la mar, los vientos, y las personas ha sido de lo poco positivo que se puede entresacar de este nuevo episodio acumulador de emociones negativas. Pues sí, los voluntarios, y sobre todo entiendo por voluntarios a la gente ajena a la mar y a Galicia, a los auténticos altruistas. Esa gente que se ha alistado en los grupos ecologistas ha brotado de cualquier parte, ha unido sus manos y corazones en una tarea ardua y penosa. Al observarles me ha venido a la mente otra gente desprendida, que en la última guerra se alistó en las brigadas internacionales con un carácter humanitario encomiable.
Hay personas, en muchas ocasiones tildados de violentos, tarambanas, que se muestran intolerantes con los que pretenden globalizar la tierra para su propio provecho, grupos económicos poderosos a los que los ecologistas, pacifistas tratan de frenar y desenmascarar. Ahora en los mares gallegos esta gente ha depositado unas blancas semillas flotando sobre el lodo del progreso con la esperanza de que su esfuerzo no muera en vano.
Mientras, los políticos se enzarzan en discusiones que sólo llevan al bostezo. Toman medidas, siempre tomando medidas y los números no cuadran. El futuro progresista pasa por hacer un mundo más habitable, más sano y para ello todos los esfuerzos han de ir encaminados a buscar alternativas energéticas más limpias y eficientes que el petróleo, y menos contaminantes. No hacerlo comportará nuevas emisiones de horror, y el grito reivindicativo, se tornará en lamento: mais de lo mismo.
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