España, el refugio afgano
Los salafistas, escindidos del GIA argelino e integrados en Al Qaeda, cada vez más numerosos y activos en territorio español
La huida torpe y precipitada de Mohamed Bensakhria, el segundo hombre más importante del comando Meliani, desarticulado en Alemania antes de que volara la catedral de Estrasburgo y un mercado navideño, trazó el hilo que ha conducido 19 meses después hasta sus hermanos salafistas detenidos ayer en Barcelona y Girona en una operación policial en la que han intervenido agentes de tres países distintos: España, Francia y Reino Unido.
El nuevo golpe contra las redes europeas de Al Qaeda es una evidencia más de que España es un territorio caliente, una retaguardia, cada vez menos segura, del terrorismo islámico por su situación geográfica, puerta de acceso a Europa y África, y por el creciente fenómeno de la inmigración.
Treinta detenidos
En los dos últimos años han sido detenidas más de 30 personas presuntamente ligadas a Al Qaeda, algunas como Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, 38 años, vinculadas indiciariamente por el juez Baltasar Garzón al 11-S, algo que niegan sus defensas.
Bensakhria, de 34 años, se refugió en Alicante, la provincia que alberga la mayor comunidad de argelinos, y fue detenido el 8 de junio de 2001, sólo un mes antes de la inquietante llegada a España de Mohamed Atta, 33 años, el jefe de los pilotos suicidas que el 11-S de ese mismo año estrellaron los aviones secuestrados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. El egipcio mantuvo en Tarragona una cumbre con Ramzi Binal Shibh, coordinador del ataque, y varios de sus hombres previa a la acción terrorista.
La vigilancia a la que sometieron a Bensakhria los agentes, entonces al mando del comisario de Valencia Segundo Martínez, facilitó la pista que condujo hasta su compañero Mirouane Ben Ahmed, 29 años, experto en química y explosivos, otro argelino huido del comando Meliani que se había refugiado en París y que visitó varias veces a sus hermanos salafistas detenidos ahora en Cataluña. Los viajes del argelino a Barcelona y Girona marcaron uno a uno a sus colaboradores en España. Las intervenciones telefónicas aportaron numerosos detalles y estrecharon el cerco.
El grupo francés de Mirouane creció y se diversificó, según señalan responsables de la investigación. Su líder permaneció en París, preparando un atentado con gases químicos, y el resto, dirigido por Rabah Toufik Kadri, se trasladó a Londres para planificar otro ataque. Esta vez con cianuro y en el metro londinense, según aseguró la policía británica. En noviembre cayó la célula del Reino Unido, en diciembre la de Francia y en enero la española, precisamente de la que partió la investigación de la Comisaría General de Información, según señalan fuentes policiales.
¿Por qué se dejó a la célula española para el final? Las intenciones de los grupos francés y británico parecían más preocupantes y avanzadas. Los detenidos ayer hacían acopio de emisoras de radio que alcanzaban 3.000 kilómetros, compraban temporizadores y material electrónico, pero no habían obtenido cianuro ni gases como sus hermanos en París y Londres. Las sustancias que se les han incautado en varios contenedores están siendo analizadas y la policía ignora de qué se trata y para qué iban a ser utilizadas.
Los dos comandos que envió Osama Bin Laden a Europa antes de su ataque al corazón de los Estados Unidos tenían numerosas conexiones españolas. El Meliani y sus ramificaciones ya ha sido desarticulado. El Saber, que dirigía Essid Sami Ben Khemais, un tunecino de 33 años, también. Justo antes de que intentara envenenar las aguas de un barrio del centro de Roma. Khemais, antes de ser detenido, en la primavera de 2001, visitó a su hermanos salafistas en Pamplona y Valencia. Estaba obsesionado con su seguridad y manejaba 20 teléfonos móviles diferentes, pero no le sirvió de nada. Su rastro se llevó por delante a una docena de sus colaboradores españoles. Algunos todavía siguen en la cárcel. Saber ya ha sido juzgado y condenado. Es el primer sentenciado en Europa como miembro de Al Qaeda.
Todos los detenidos durante los últimos tres meses en Francia, Reino Unido y España pertenecían a la denominada corriente afgana, formada por ex miembros del GIA argelino que se escindieron y crearon el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). La mayoría de sus líderes viajó a Afganistán para combatir frente a los rusos y posteriormente regresaron a Europa y constituyeron células durmientes dispuestas a actuar en cualquier momento. Celulas como las de los comandos Meliani y Saber.
Incógnitas
Hasta ahora, todos los detenidos en España después del 11-S se dedicaban a labores de propaganda, financiación e infraestructura: pasaportes falsos, compra venta de coches robados y tarjetas de crédito falsas. Esta última redada, a juicio de los responsables de Unidad Central de Información Exterior, que dirige estas investigaciones, es más preocupante por el material que se les ha intervenido: temporizadores, material electrónico y manuales de guerra química. ¿Qué estaban preparando? ¿El presumible e hipotético atentado sería en España? Ninguno de los agentes consultados se atreve a responder a esta pregunta. "Es evidente que algo preparaban. Necesitamos más tiempo para analizar la documentación y ver si colaboran en los interrogatorios", señala un responsable policial.
Los expertos españoles en terrorismo islámico aseguran que, pese a la implantación de estas redes, España no es objetivo de sus acciones, pero el apoyo del Gobierno Aznar a los planes belicistas de George Bush, presidente de EE UU, puede modificar esta hipótesis. Si fuera así, España se situaría al mismo nivel de riesgo que Francia y Reino Unido, países donde las redes de Al Qaeda han intentado acciones terroristas, hasta ahora frustradas.
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