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Bush endurece su lenguaje mientras pierde apoyo en las encuestas

La campaña verbal que ha puesto en marcha esta semana el Gobierno de EE UU parece demostrar que sus dirigentes ruedan por una cuesta abajo que sólo conduce a la solución militar del conflicto. No quedan voces moderadas en el Gobierno de Bush: todos hablan de la guerra como algo aparentemente inevitable. El responsable militar del despliegue dijo ayer que las tropas "están listas" para atacar en cuanto se dé la orden. Las encuestas se muestran contrarias a la solución militar, pero el equipo de Bush cree que la opinión cambiará cuando empiece la batalla.

Los informes publicados por la Casa Blanca y las comparecencias de múltiples altos cargos del Gobierno forman parte de una campaña de relaciones públicas que no sólo pretende ganar para la causa al público estadounidense, sino también contrarrestar el calado de la oposición internacional a la guerra contra Irak.

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Por un lado, Bush ha endurecido su lenguaje en los dos últimos días. Por otro, los departamentos más implicados en el conflicto, Estado y Defensa, han organizado comparecencias de sus responsables para explicar por qué la vía militar es la única que puede erradicar el peligro que según EE UU representa Irak. El número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, explicará hoy cómo debía haber sido el desarme iraquí si hubiera cumplido la resolución.

50% de aprobación

Las encuestas revelan una interpretación contraria. Según el último sondeo de ABC y The Washington Post, siete de cada 10 estadounidenses darían a los inspectores más tiempo para trabajar antes de optar por la solución militar, y esa misma proporción de ciudadanos cree que su presidente no ha explicado bien por qué es tan necesaria la invasión de ese país. El nivel de aprobación a Bush en este conflicto cae del 58% al 50%.

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Los números están muy alejados del 90% de apoyo a la guerra contra Afganistán que se registraban antes de aquella intervención. De igual manera, el nivel de aceptación del trabajo de Bush ha caído al umbral anterior a los atentados del 11-S. Sin embargo, los sociólogos también recuerdan que el apoyo a la intervención militar antes del guerra del Golfo apenas llegaba al 45%, pero se disparó con el elemento patriótico una vez las tropas estadounidenses iniciaron la operación. Ayer, en un paso más hacia la guerra, Bush advirtió de que los militares iraquíes que acaten órdenes de sus mandos en caso de guerra con EE UU deben saber "que serán juzgados y castigados en tribunales de guerra".

Richard Myers, jefe de Estado Mayor, habló ayer de "ciertos signos de inestabilidad" en el seno del Gobierno iraquí captados por los servicios de inteligencia de EE UU. No proporcionó más detalles, aunque aclaró que ni se han observado purgas internas ni movimientos de tropas que indiquen quiebras en la jerarquía militar. Para quienes consideran todavía incompleto el despliegue de EE UU, Myers aseguró que su país "está ya listo" para atacar cuando reciba la orden.

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