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Cuiña inicia contactos con cargos del PP para plantar cara a la dirección del partido

El presidente de la Xunta decidirá tras las municipales si incorpora a Palmou a su Gobierno

Xosé Cuiña, el defenestrado delfín de Manuel Fraga, ha emprendido ya los primeros contactos con cargos públicos del PP gallego para promover una ofensiva contra la dirección regional. Cuiña, según fuentes de su entorno, ha convertido su casa de Lalín (Pontevedra) en un cuartel general por donde han empezado a desfilar dirigentes provinciales y alcaldes. El propósito de Cuiña, según estas fuentes, es provocar una reacción contra el secretario regional del partido, Jesús Palmou, a quien hace responsable de su caída en desgracia. Las presiones ante Fraga de dirigentes afines al antiguo delfín ya lograron impedir la entrada de Palmou, apoyado por la dirección nacional del PP, en el nuevo Gobierno autónomo. El presidente de la Xunta aseguró ayer que reconsiderará si Palmou entra en su Gobierno tras las elecciones municipales de mayo.

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Xosé Cuiña ya ha recibido el apoyo incondicional de sus más leales, como el líder del PP en Ourense, José Luis Baltar, o el presidente de la Diputación de Pontevedra, Manuel Abeledo. Su otro aliado tradicional, el presidente de la Diputación de Lugo, Francisco Cacharro, mantiene una actitud más distante, aunque le ha expresado su respaldo en público y en privado. En los próximos días, sin salir de su reclusión en Lalín, Cuiña pretende ampliar los contactos a alcaldes de diversos lugares de Galicia. También ha comentado a sus colaboradores que tiene el propósito de solicitar una entrevista con Manuel Fraga para quejarse de la actitud de Palmou.

Los leales a Cuiña, según fuentes de ese sector, no van a cuestionar en ningún momento la autoridad del presidente Fraga ni a plantear una batalla frontal contra la dirección del partido en Madrid. Su objetivo es Jesús Palmou, en quien el PP nacional había confiado como el hombre de más peso político en el nuevo Gabinete de Fraga, que hoy toma posesión, y del que fue excluido a última hora.

Cuiña, según personas que han hablado con él durante los últimos días, no tiene la menor intención de renunciar a sus aspiraciones de dirigir en el futuro el PP gallego. Sigue convencido, como lleva repitiendo desde hace mucho tiempo, de que dispone de apoyos suficientes entre las bases del partido para, "democráticamente", lograr el liderazgo del PP después de Fraga e impedir que la dirección nacional imponga otro candidato. Y por eso mismo descarta cualquier aventura fuera de la organización popular.

Complicaciones

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La situación se ha complicado enormemente para Palmou, que hace sólo tres días estaba a punto de convertirse en el consejero de más peso político en la nueva Xunta con la anuencia de su valedor, el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy. Ahora está fuera del gabinete y sometido a un acoso que le puede infligir muchas heridas.

Fraga insistió ayer, antes de intervenir en la convención del PP en Madrid, en la versión oficial de que él mismo y Palmou convinieron que la proximidad de las elecciones municipales desaconsejaba su incorporación a la Xunta porque la consejería le distraería de su labor en la secretaría regional del PP. "Le va sobrar trabajo de aquí a las elecciones y después ya veremos", concluyó el presidente gallego.

Con su comedimiento habitual, Palmou evitó ayer polemizar con los partidarios de Cuiña que le acusan de "traidor". "Lo que tenga que decirle al señor Cuiña se lo diré personalmente, no a través de intermediarios", declaró a la Cadena SER.

Palmou dijo que es "absolutamente falso" que él pidiese a Fraga la cabeza de su antiguo delfín y puso al presidente de testigo para confirmar su versión. El secretario del PP gallego tampoco quiso hacer el menor comentario sobre la versión difundida por el líder del partido en Ourense, José Luis Baltar, quien sostiene que dirigentes del partido emprendieron una ofensiva contra Cuiña tras saber que Fraga le había prometido designarle vicepresidente.

Manuel Fraga, ayer, al dirigirse al estrado para participar en la convención del PP en Madrid.
Manuel Fraga, ayer, al dirigirse al estrado para participar en la convención del PP en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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