Se ahondan las diferencias entre grandes y pequeños países
Los países pequeños se presentaron ayer como las verdaderas víctimas del pacto franco-alemán. Su rechazo a la fórmula de un presidente estable de la UE procede del peligro de verse prácticamente eliminados de los puestos más relevantes en el reparto del poder, porque ya no podrán presidir la UE en el semestre que les correspondiera y su peso siempre será menor en los equipos de presidencias colegiadas que puedan hacerse por mucho equilibrio que se introduzca a la hora de formarlas. Incluso el ya ratificado Tratado de Niza no garantiza que en el futuro haya un comisario por país, algo que también molesta terriblemente a los países pequeños.
En el Consejo de la UE se daba por hecho que la creación de esa figura llevará aparejada la creación en paralelo de equipos de países para dirigir la Unión durante esos mismos periodos de cinco años, fulminando así el actual sistema de presidencias semestrales tan criticado hoy por los países grandes.
Grecia, país que este semestre preside la Unión, recordó que prefiere mantener, aunque con alguna corrección, el sistema de presidencias de turno "para estar todos en posición de igualdad". "Hay que discutir la propuesta y aclararla", comentó es Estrasburgo el primer ministro griego, Costas Simitis.
Críticas en el Parlamento
Por su parte, los Gobiernos de Bélgica y Holanda recordaron que, salvo Dinamarca y en parte Suecia, todos los países pequeños están en contra de esas fórmulas. "La presidencia semestral de turno tiene muchas ventajas", declaró un portavoz oficial holandés.
También en el Parlamento Europeo recibió críticas la propuesta. El alemán Hans-Gert Poettering, líder del Grupo del PPE, el mayor de la Cámara, dijo que tener dos presidentes en la UE "conduce a una competencia nefasta entre las dos cabezas de la Unión". Para él, sólo los Gobiernos salen ganando con esa fórmula, que tiene una clara "falta de legitimidad democrática" al no ser elegido más que por el selecto club de líderes europeos.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha apoyado a lo largo de todo el año pasado la iniciativa francesa de que el Consejo Europeo, formado por los máximos líderes de la Unión, contara con un presidente elegido por ellos. Se abre así con fuerza en la UE esa fórmula, que ha levantado y levantará numerosos debates, críticas y apoyos.
También el presidente de la Convención, el francés Valéry Giscard D'Estaing, alabó la fórmula del presidente estable: "Daría a Europa una cara y daría más conciencia de ciudadanía europea".
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