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Editorial:POLÉMICA POR LA ALTA TENSIÓN
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paisaje y salud: el caso de la línea eléctrica a Gandia

La Conselleria d'Indústria ha anunciado que dará luz verde al proyecto definitivo de la línea aérea de alta tensión que conectará la subcentral de transformación eléctrica de Castelló de La Ribera, con La Safor. En un primer momento sé por lo que respecta a la Valldigna. Las nuevas demandas energéticas de un litoral hiperurbanizado hacen necesaria una nueva infraestructura de transporte de energía. Sobretodo, desde el mundo empresarial y el de las empresas turísticas, se habla y exige con insistencia esta nueva línea de alta tensión, pero pocos de ellos se preocupan del impacto ambiental, paisajístico y sobre la salud de las personas, de sus torres y cableado.

Las plataformas que han surgido en el ámbito comarcal y municipal por evitar el discurrir de la nueva línea eléctrica han iniciado una campaña por tal de pedir, como mal menor, el enterramiento de todo el conjunto de la línea (además de denunciar la más que discutible necesidad de su ejecución, puesto que las nuevas demandas de energía del litoral valenciano deberían entrar en una moratoria en paralelo a una moratoria urbanística). Pero como que parece que la construcción de la línea es inevitable y inminente por "interés general", aquí van estas cuatro notas de rechazo para la reflexión y como grito desesperado, en defensa de los paisajes y paisanajes que van a soportar el paso de esta nueva línea aérea de alta tensión, y de los cuales nadie habla.

El trazado de esta línea es una agresión a un paisaje rural irrepetible
Hay que exigir al Gobierno valenciano que entierre todo el trazado

La línea que nos ocupa partirá de Castelló de La Ribera en dirección a Barxeta y desde allí alcanzará La Valldigna por los pies del Buscarró y el macizo del Mondúber. Por cierto, dos sierras mágicas "invisibles" a la vista de nuestros gobernantes y técnicos. En un primer momento la línea discurrirá cercana al núcleo urbano de Manuel-Énova y Rafelguaraf, aunque dicen los técnicos que se "alejará" en su discurrir unos 200 metros de los núcleos urbanos, una distancia que no evitará el impacto visual que esta obra implica. ¡200 metros no son nada en cuestiones de valor paisajístico de un entorno urbano, señores técnicos de Iberdrola!

Pero lo que nadie podrá evitar será su discurrir cercano a centenares de segundas (y primeras residencias) de gente modesta que ha hecho de su casita de campo, parte vital de su existencia cotidiana. Piénsese que esta nueva línea tiene como apoyo del cableado unas torres que serán probablemente las de mayor altura y por tanto de un impacto paisajístico y visual desconocido hasta ahora entre todas las que actualmente discurren por todo el conjunto del territorio valenciano. Se habla de torres metálicas cercanas a los 60 metros de altura.

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¿Alguien imagina lo que esto puede significar en un territorio llano como el conformado por los materiales cuaternarios de La Ribera, La Valldigna y La Safor? Serán torres que superaran en más de tres veces la altura de los campanarios de los pueblos, los verdaderos hitos sentimentales y geográficos hoy visibles en estas comarcas como perfiladores de los paisajes urbanos y de las tierras rurales de sus entornos.

Junto al impacto paisajístico, los problemas de salud para la gente que vive o tiene un habitáculo próximo a la nueva línea debido a la contaminación electromagnética que genera a su alrededor (a modo de ejemplo vale la pena recordar aquí los tubos fluorescentes que los niños y las niñas llevaban encendidos a las manos al acercarlos en dirección a la línea de alta tensión que discurre sobre los tejados de su colegio a un pueblo de la comarca de L'Horta Sud).

Como que los cables discurren por el aire, tanto las propiedades agrícolas, como las casas, no son expropiadas, tal como ocurre en la ejecución de una nueva autovía, pero todas ellas perderán grande parte de su valor inmobiliario. Porque ¿quién compraría una casa de campo o de pueblo localizada a escasos metros de una de las torres metálicas de 60 metros de altura y que además emite radiaciones electromagnéticas?

El trazado de esta línea por la parte del corazón más sensible de las comarcas de La Ribera, La Costera y La Safor, entre palmeras, campos de cítricos, olivos, algarrobos, pinos, carrascas, casitas de campo..., es una agresión insoportable e inmoral a un paisaje rural irrepetible parido a lo largo de siglos de historia. Un paisaje en el cual, la armonía de todo lo construido para vivir en dignidad generaciones de valencianos y valencianas, será arrasado sin compasión.

Será una nueva muestra de que estos trazados de transporte de energía se proyectan, todavía hoy, según las directrices economicistas más rastreras de nuestra sociedad de "consumo insostenible de energía": Que todo sea lo más batato posible, venga de donde venga y con las consecuencias que sea.

Como si no tuvieran suficiente en comarcas como La Ribera con la amenaza para su territorio con L'AVE, la posible canalización del Xúquer, las transformaciones de los conos aluviales por nuevos campos de cítricos, de nuevos polígonos innecesarios y de dimensiones desmesuradas, de las incontrolables segundas residencias, de los cultivos bajo plástico, de la contaminación de las aguas del río de Barxeta y del río Albaida, de las canteras, de los incendios...).

¿Será posible que todavía hoy se arruinen nuestros paisajes rurales tradicionales y de montaña por ahorrar dinero en una obra pública? ¿Dónde tienen la sensibilidad nuestros políticos y técnicos? ¿Para cuando una regulación de las infraestructuras de transporte d'energía eléctrica que obligue a su enterramiento? Está claro que vivimos ya inmersos en una sociedad sin sensibilidad, despreocupada, ociosa y ignorante que no conoce las consecuencias de ciertas obras públicas (y ahora hablo por los vecinos y las vecinas de los pueblas afectados como Castelló de La Ribera, Manuel-Enova, Barxeta, Simat, Tavernes de La Valldigna, Xeraco, Xeresa, Gandia...), y que, como consecuencia, no se rebelan contra esta obra faraónica que arruinará por siempre jamás sus entornos paisajísticos más íntimos.

Hace falta exigir al Gobierno valenciano, al menos, el entierro completo de todo el trazado (que no debe realizarse por el interior de los núcleos urbanos tal como pretende la Conselleria de Industria en el casco urbano de Simat), por proteger nuestra salud, por preservar paisajes mágicos como los de La Ribera, La Costera y La Safor, por liberar nuestros horizontes de insulsa chatarrería metálica y para poder seguir apostando por un futuro sin la hipoteca de unas infraestructuras, que arruinarán para siempre el más valioso del que todavía conservamos, y que no se puede comprar a ningún hipermercado: Un entorno y paisaje rural amable y acogedor, para nosotros y para nuestros hijos y hijas.

Paco Tortosa es geógrafo.

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