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Reportaje:

El azaroso viaje de los antifuel

La tripulación de los barcos fletados por la Generalitat narra las duras condiciones de la travesía hasta Galicia

Los acontecimientos tenían que haber seguido otros derroteros. En teoría, el destino final del Scotian Shore, el Britannia y el Montornès, los barcos fletados por el Gobierno catalán para ayudar en las tareas de limpieza de fuel del Prestige, era Villagarcía de Arousa, en las Rías Baixas. Según confirmó el patrón mayor de O'Grove, Francisco Iglesias, que participó en la huelga de hambre en diciembre en protesta por la falta de medios para luchar contra la contaminación, su intención era "esperarlos con los barcos en la bocana de la ría y acompañarlos a puerto". "Sabíamos que venían entusiasmados, que muchos son de aquí. Y nosotros carecemos de barcos antifuel", añadió.

Iglesias estuvo en contacto con el Scotian durante su travesía desde Sant Carles de la Ràpita, para ver cómo estaban, para ver cuándo llegaban, para ver si amainaba el temporal. El jueves por la noche, desde Finisterre informaban verbalmente al capitán del Scotian Shore, Emilio Suárez, natural de Taragoña (Rianxo), en las Rías Baixas, de la prohibición oficial de la Xunta de Galicia no sólo de atracar en Villagarcía, sino en cualquier puerto a excepción de los de A Coruña y de Burela (Lugo).

Los marinos se sienten como "apestados" por el veto de la Xunta a recalar en las rías

"Como apestados", dice Suárez que se sintieron. No le dieron motivo alguno, aunque la tripulación, más de 20 marinos -la mayoría gallegos-, ya sabía desde el día anterior de la polémica absurda del mejillón cebra. Si entonces rieron incrédulos, al día siguiente pasaron a la indignación.

El patrón de O'Grove afirma: "Antes de decir lo del mejillón cebra, el Gobierno tenía que haberse informado antes, porque eso de que el molusco no sobrevive en el mar lo sabe el que lo tiene. Han querido tergiversar las cosas. No ha habido sensibilidad con esta gente, que hicieron un esfuerzo titánico para llegar".

Y es que la polémica del mejillón cebra era el colofón a un viaje que se inició el pasado día 3 en Sant Carles y finalizó ayer, después de una travesía con temporales de fuerza 6 y 9, y olas de más de seis metros. "Lo del mejillón salió justo cuando llevábamos tres días casi sin comer, casi sin dormir", explica el capitán. "Estábamos agotados, algunos dormíamos dos horas en el comedor, en la zona más baja del barco, porque en la cama no te aguantabas, y encima la decisión de la Xunta nos alargaba la travesía un día más".

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Suárez recuerda dos días especialmente difíciles: "Pasando el cabo de San Vicente (Portugal), nos quedamos por el temporal los tres barcos, uno detrás de otro, sin máquinas, sin gobierno, todo a oscuras y a pocas millas de la costa. Después, pasado Lisboa, se soltó todo en cubierta y hubo que salir a trincar, también muy cerca de la costa". Si no ha sido su peor viaje, sí de los más complicados. "No nos podíamos quedar días enteros al abrigo de un puerto y éramos tres barcos, uno de ellos con un remolque cargado de redes que no se podían perder, lo que ralentizó la marcha", continúa. "Para que luego te traten como a un apestado, y al llegar a las puertas de casa, dos veces repitieron la prohibición", añade el capitán.

De las sucesivas polémicas entre la Xunta y la Generalitat se han ido enterando por la radio, por teléfono. Joaquín, el primero de a bordo, entendía que la amenaza del conseller en cap, Artur Mas, de llevar los barcos a otra comunidad autónoma "era lo normal, lo más noble". Y hasta se les comunicó la posibilidad de volver a Sant Carles, "pero eso sí que no podía ser. Teníamos que llegar a puerto y reparar desperfectos", argumenta.

Finalmente, rebajada la polémica, llegaron a A Coruña ayer a las diez de la mañana. No hubo recibimientos en bocanas. Sí muchos medios de comunicación. Y nadie les preguntó por el mejillón cebra, "aunque había muchos curiosos, igual esperaban verlos colgando del casco", dice ya con sorna y sin enfado Suárez. "Los marinos somos de memoria frágil", asevera. Los barcos estarán listos para faenar mañana si el mar, la Xunta y la Generalitat lo permiten.

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