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Bush y la guerra de Irak

Hasta el secretario de Estado Colin Powell, líder de la facción contraria a la guerra dentro del Gobierno de Bush, ha declarado ahora que Irak "incumple gravemente" la resolución de la ONU. Pero, en lugar de ordenar el comienzo inmediato del bombardeo preventivo de Irak, el presidente Bush indica que retrasará cualquier decisión bélica hasta finales de enero. Eso significaría que, de haber guerra, ésta tendría lugar en febrero.

Muchos factores han conspirado para resistirse a los halcones del Pentágono, que esperaban fervientemente haberse librado de Sadam Husein a finales de año.

Después de convencer al presidente Bush para que trasladara la cuestión al Consejo de Seguridad de la ONU en lugar de simplemente atacar cuando fuera el momento oportuno, tras dos meses de irritantes debates con franceses y rusos, el Gobierno de Bush se vio gratamente sorprendido por el voto unánime de los cinco miembros permanentes, y de los 10 miembros no permanentes al completo (incluida Siria) a favor de una resolución bastante dura, la 1441, de 8 de noviembre de 2002, que exigía a Irak que declarase todas sus armas nucleares, biológicas y químicas, y los misiles balísticos de largo alcance, antes del 7 de diciembre, y que abriese a la inspección de la ONU todo su territorio, incluidos los denominados "palacios" presidenciales (diez grandes complejos que abarcan en total unos 800 edificios).

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Después de que en Washington se expresasen serias dudas sobre la eficacia de los sistemas de inspección de la ONU, y sobre la "dureza" de sus dos jefes, el sueco Hans Blix, director de la Comisión de Seguimiento, Verificación e Inspección de la ONU (Unmovic), y el egipcio Mohamed el Baradei, director del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), el Gobierno de Bush vio con sorpresa y agrado la actitud decidida de éstos, confirmada el 19 de diciembre, cuando ambos declararon formalmente que, en su informe del 7 de diciembre, Irak no había presentado las pruebas necesarias para demostrar que no dispone de armas prohibidas. Blix declaró además que la Unmovic utilizaría ahora radares de penetración subterránea, 9 helicópteros, aeronaves no tripuladas, y añadiría 120 inspectores más a los 90 actuales para aumentar ampliamente sus investigaciones.

Todo esto ha fortalecido considerablemente la postura de Colin Powell en su continua lucha política con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Ahora puede alegar que Estados Unidos no ha perdido ninguna ventaja militar esperando, mientras que ha ganado mucho desde el punto de vista diplomático, obteniendo tanto la aprobación unánime de la resolución 1441 como las inspecciones Unmovic/OIEA, que están ayudando a volver a la opinión mundial en contra del régimen de Sadam Husein.

Además, los mandos del Ejército estadounidense y el comandante del cuerpo de Marina han seguido oponiéndose al plan de guerra rápida/ligera defendido por el secretario Rumsfeld, sus principales ayudantes civiles y las Fuerzas Aéreas estadounidenses -el único plan de guerra que se podría aplicar inmediatamente- sosteniendo que es demasiado optimista. Temen que las intenciones de Sadam Husein sean las de replegar sus fuerzas mejor instruidas y políticamente más fiables para la defensa de Bagdad. Eso haría el plan de Rumsfeld, con su avance rápido de vehículos blindados desde Kuwait y el aterrizaje en el desierto de fuerzas aerotransportadas, prácticamente irrelevante, y exigiría un enfoque mucho más convencional, con más infantería (para la lucha en las calles), mucha más artillería (con su gran carga logística) y un suministro y apoyo mucho más elaborado, para enfrentarse al riesgo que supone un sitio prolongado. Por consiguiente, los jefes del Ejército y de la Marina insisten en que deberían enviarse más fuerzas, incluida al menos una división pesada (la 24 de Infantería Mecanizada), desde Kuwait, para reforzar las dos divisiones pesadas enviadas desde Alemania, y las fuerzas aerotransportadas que se pueden introducir rápidamente.

El apoyo de sus antiguos compañeros todavía uniformados contra los civiles del Pentágono es una de las razones por las que Colin Powell está ganando por el momento la lucha política: quiere más tiempo para que los inspectores de la ONU hagan su trabajo, y con más tiempo se pueden enviar más tropas.

Además, los asesores políticos del presidente Bush siguen diciéndole que el pueblo estadounidense respalda la guerra para destituir a Sadam Husein, pero no unilateralmente, no sin aliados. De éstos, el Reino Unido es el más importante, y el primer ministro Blair sigue repitiendo su respaldo a la postura estadounidense de que Sadam Husein debe irse, y también su opinión de que debe concederse más tiempo a la Unmovic y a la OIEA para que prosigan sus registros e investigaciones. Eso prácticamente obliga a Bush a esperar.

La "facción de la guerra" del Pentágono y la Casa Blanca -que ridiculiza la cautela de los jefes del Ejército y de la Marina por considerarla absurdamente excesiva, insistiendo en que la resistencia iraquí se vendrá abajo enseguida- teme ahora que las inspecciones de la Unmovic y la OIEA se prolonguen hasta la llegada del calor, lo cual complicaría enormemente las operaciones bélicas estadounidenses si finalmente llega a haber guerra, porque con el calor los soldados no pueden desenvolverse eficazmente con la vestimenta de protección contra armas químicas que deben utilizar.

A la hora de convencer al presidente Bush, el argumento estratégico más firme de los partidarios de la guerra es que hay que eliminar definitivamente a Sadam Husein sea como sea, porque si él sigue siendo el dictador de Irak después de retirar las sanciones de la ONU, controlaría los rápidamente crecientes ingresos derivados del petróleo, que le permitirían adquirir todo tipo de armas, incluso misiles balísticos con cabezas nucleares. El argumento político de los partidarios de la guerra es más sencillo: si Sadam sigue en el poder en 2004, Bush no será reelegido.

Edward N. Luttwak es miembro directivo del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.

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