El servicio municipal para toxicómanos sin hogar de Centro está desbordado
En días fríos se cobijan en el local hasta 60 drogodependientes, frente a los 45 previstos
Seis años después de su apertura, el centro municipal de la calle de Fúcar, 8 (Centro), que ofrece cobijo y atención sociosanitaria a toxicómanos sin hogar, está desbordado. En las noches frías llegan a refugiarse en él entre 50 y 60 drogodependientes, cuando, para prestar una atención adecuada, no se preveían más de 40 o 45. La escasa capacidad de la sala donde los usuarios dormitan en sillones ha obligado a limitar a cinco horas el tiempo de estancia, de 20.00 a 1.30 y de 2.15 a 8.00. Los drogodependientes sólo pueden permanecer toda la noche en el local si llueve o si están enfermos.
Media docena de toxicómanos esperan a media tarde para entrar al centro de Fúcar donde pueden descansar, obtener jeringuillas nuevas, lavarse, recibir atención sociosanitaria y tomar un café y un bocadillo. "Ahora dormitamos un rato en los sillones y luego, de madrugada, a la calle", explica uno de ellos y asegura que a la 1.30, cuando tenga que dejar el centro, se cobijará en algún cajero automático de la zona. "La mayoría de la gente se apunta al segundo turno. Hasta las dos de la mañana se buscan la vida y luego vienen aquí a descansar, aunque de los sofás te levantas con los riñones hechos polvo", insiste este usuario. También se queja de que en el local no haya duchas, ropero, lavadora ni comida caliente.
De los cuatro centros de atención sociosanitaria para toxicómanos sin hogar que hay en Madrid -en el poblado marginal vallecano de Las Barranquillas; en Moncloa; Fúcar y Móstoles-, éste es el único que limita el tiempo de estancia de los usuarios y que carece de duchas, ropero y lavadora. Es también el más antiguo, ya que se abrió en 1996, y el único que depende del Ayuntamiento, no de la Comunidad, aunque ésta paga la mitad de su coste.
Ocupa el primer piso de un edificio al que se accede tras dos tramos de empinadas escaleras. Está formado por un pasillo a cuyos lados se hallan una sala de estar con butacas, una tele, mesas y sillas; un baño, una cocina y varios despachos. Lo gestiona la empresa Alma Ata.
Nieves Herrero, directora del Plan Municipal sobre Drogas, reconoce las carencias del centro de Fúcar. "Tiene un problema de capacidad y además no se puede ampliar, lo que impide que habilitemos servicios necesarios como las duchas o la lavandería", añade. "Este centro no nació como albergue, de hecho carece de camas, sino como punto de contacto para los toxicómanos más alejados de la red asistencial. Pero como faltan albergues adecuados para drogodependientes, cada vez son más los que se refugian en este centro", matiza Herrero.
Difícil reubicación
"Haría falta un local con mejores condiciones y en alguna ocasión nos hemos planteado su traslado, pero es muy difícil encontrar una ubicación que sea céntrica y que no despierte la oposición vecinal", concluye la directora del plan. Por ahora, la única reforma prevista es la instalación de un ascensor.
José González, director del centro, explica que "para trabajar bien en la sala común no debe de haber más de 15 o 20 personas por turno, es decir, unas 40 por noche". "Pero en los días fríos estamos teniendo 50 o más por noche", añade. El responsable de Alma Ata admite que a algunos usuarios les tienen que negar la entrada a la sala por falta de espacio aunque no sabe precisar a cuántos.
González asegura que la decisión de fijar dos turnos de estancia, tomada ya hace unos cinco años, no se debe sólo a un problema de espacio. "También es una forma de acercar el servicio a más toxicómanos porque de la otra manera sólo atiendes a los 20 que entran cada noche. Además, en una época en que sólo teníamos un turno vimos que se formaban grupos que controlaban la sala", añade.
"Como fuimos los primeros, tenemos la ventaja que da la experiencia y el inconveniente de que en seis años se han creado otros servicios mejor dotados y éste se ha quedado pequeño", matiza el director del centro. Recuerda que el último dispositivo de este tipo abierto en Las Barranquillas hace un año por la Agencia Antidroga, tiene un presupuesto anual de 1,7 millones de euros frente a los 300.506 euros del de Fúcar, abre las veinticuatro horas y cuenta, además, con un albergue de 54 camas. La solución, según González, no sería cerrar el local de Fúcar, "ya consolidado y ubicado en un lugar estratégico para los toxicómanos de Centro", sino abrir otro mejor dotado que ayude a descongestionarlo.
Por este centro pasaron 799 toxicómanos en 2001. Nueve de cada diez son hombres con edades en torno a los 30 años. Llevan más de diez años consumiendo drogas y el 70% han estado en tratamiento. Un tercio son extranjeros, sobre todo magrebíes e iberoamericanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.