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Reportaje:

El Pentágono entrena a periodistas

Bush facilita que los reporteros sean testigos de la posible guerra en Irak

Cuando el Black Hawk por fin aterrizó, el escuadrón se agachó y saltó rápidamente al helicóptero tratando de salvar sus cabezas de las hélices y los disparos. Los diez hombres se entrenaban la semana pasada por primera vez en el fuerte de Fort Benning (Georgia, Estados Unidos) para la posible guerra en Irak. Pero no eran soldados, sino periodistas adiestrados por el Pentágono para ir al frente de batalla.

Por primera vez desde la guerra de Vietnam, la prensa va a tener asientos de primera fila en un conflicto armado iniciado por EE UU. El Pentágono ha decidido que, para mejorar su imagen ante la opinión pública internacional, le interesa más dar acceso a los medios de comunicación -y entrenarlos an-tes- que informar sobre el conflicto bélico en ruedas de prensa, como hizo en la guerra del Golfo en 1991. En aquella ocasión, el general Norman Schwarzkopf manipuló el flujo de información a su antojo, en opinión del veterano periodista de la cadena CBS Morley Safer. Llegó un punto en el que Schwarzkopf pasaba de los reporteros y se dirigía directamente al público norteamericano. Sabía que nadie podía contradecir su versión.

"Las primeras imágenes imponen la pauta informativa del conflicto bélico", según el Comando Central

La idea de relajar las normas supone un cambio en la política de secretismo que impera en la Casa Blanca. El cambio ha partido del propio presidente George Bush, quizá escarmentado por el mal sabor que dejó su padre en las redacciones de EE UU durante la guerra del Golfo. "Se pretende contrarrestar la propaganda antiyanqui de los adversarios en todo el mundo", subraya el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman. "¿Qué mejor forma existe de combatir la desinformación que teniendo reportajes objetivos sobre la situación real?", agrega.

Los militares aprendieron la última lección en Afganistán. Esa experiencia, dice Whitman, ha pesado mucho en la decisión. Tarde o temprano, de una manera u otra, la prensa siempre se acababa enterando de lo ocurrido o, si no lo lograba, las informaciones aparecían tergiversadas, según los militares. Los reporteros no tuvieron el permiso del Pentágono para adentrarse en el escenario bélico hasta casi el final, y el resultado fue desastroso, admite el Pentágono.

Los militares se lamentan especialmente de una operación en julio en la que un avión AC-130 atacó una población afgana al sur del país y murieron decenas de civiles, mujeres y niños. EE UU acusó a los talibanes de haber puesto a estas personas como escudos humanos cerca de objetivos militares, pero cuando los reporteros entrevistaron posteriormente a los lugareños les dijeron que estaban celebrando un banquete de bodas, y ésa fue la versión que se retrasmitió al mundo. La hipótesis actual del Pentágono es que si los reporteros hubieran participado en esa misión, al menos habría existido una versión alternativa. "Las primeras imágenes son cruciales porque marcan la pauta informativa de la guerra", ha declarado a The New York Times James Wilkinson, portavoz del Comando Central.

La nueva doctrina informativa requiere primero un entrenamiento de los periodistas en campamentos dentro de EE UU conocidos como boot camps. Las lecciones, de una semana de duración, incluyen primeros auxilios en combate, uso de mapas, cómo orientarse en el campo de batalla, cómo camuflarse, cómo defenderse de un ataque químico o bacteriológico... También aprenderán maniobras bajo fuego directo e indirecto, detección de campos minados.

El Pentágono ha hecho el anuncio, pero sin detallar el procedimiento de selección ni de logística una vez que los periodistas estén en el frente. Hay muchas preguntas sin responder: ¿Va a estar abierto a todos los medios de comunicación nacionales e internacionales? ¿Cuántas plazas hay? ¿Cúando hay que solicitarlo para no quedarse fuera? ¿Se les negará el acceso a los periodistas que se presenten por su cuenta sin haber pasado por el entrenamiento?

Los medios norteamericanos han acogido positivamente el cambio de política, pero no sin una dosis de saludable escepticismo, especialmente después de conocerse semanas atrás que la CIA quería reclutar a periodistas para ampliar su plantilla de espías. El Pentágono asegura que esto no tiene nada que ver con los planes de la CIA, sino que el objetivo es facilitar la labor de los informadores.

El general Norman Schwarzkopf, en una rueda de prensa durante la guerra del Golfo en 1991.
El general Norman Schwarzkopf, en una rueda de prensa durante la guerra del Golfo en 1991.ASSOCIATED PRESS

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