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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un local moderno con recetas de la vieja China

LE DRAGON ofrece cenas en el centro de Madrid hasta la una de la madrugada

José Carlos Capel

Antes que un restaurante chino se trata de un local fashion al más puro estilo neoyorquino o londinense. Le Dragon, recién inaugurado en Madrid, es un espacio íntimo y vistoso donde los juegos de luces y la música ambiental consiguen plenamente el pretendido efecto escénico. Lugar de horarios largos, pensado para acoger a colectivos de noctámbulos, cuyas cocinas permanecen abiertas todas las noches hasta la 1.00, y una hora más, incluso, los fines de semana. Si con poco tiempo de rodaje aparenta una experiencia de la que carece, es gracias a la dirección de Miguel Ángel García, magnífico profesional que ha colocado en la órbita del éxito otros restaurantes madrileños de la talla del chino Tse Yang (hotel Villamagna), el vietnamita Café Saigón y el italiano Il Gusto, el segundo mejor de la capital después de Ars Vivendi (Majadahonda).

LE DRAGON

Gil de Santibáñez, 6. Madrid. Teléfono: 914 35 66 68 y 914 35 66 69. No cierra. Precio: entre 30 y 35 euros. Menú del día, 15 euros. Menú degustación, 22 euros. Ensalada de codorniz con berenjena, 7,50. Lubina al vapor, 14. Costilla de ternera Le Dragon, 9,60. Manzanas caramelizadas, 4,50 euros. Café ... 7,5 Bodega ... 6,5 Servicio ... 7 Ambiente ... 8 Aseos ... 7 Pan (no se sirve)

En este marco tan cuidado, donde la bodega y los movimientos del personal de sala, que dirige con maestría David Moreno, superan con creces a los orientales al uso, la cocina de Chiu Kan Hoy, maestro chino con hondo conocimiento de las comidas asiáticas, sale bastante bien parada. A pesar de que en el ánimo de sus promotores prevalece la idea de servir platos familiares y caseros rescatados de la vieja China, la carta abunda en detalles de refinamiento que llegan más lejos. Como muestra están los dim-sum, tronco central de su oferta, símil de ravioles-empanadillas de láminas de trigo o arroz, que se rellenan de picadillos aromatizados y se hacen al vapor suavemente. Sorprenden de forma positiva los dim-sum de cangrejo, las delicias de Pekín a la plancha y los hao kao de menta, así como los rellenos de gambas. También son agradables la sopa de pollo con jengibre y la ensalada de codorniz con berenjena. En cambio, decepcionan los tallarines de té verde con gambas: la pasta llega a la mesa recocida y el caldo carece de gracia. En la relativa moderación de sus precios y en la chispa de sus menús a precio fijo se aprecia la profesionalidad y voluntad de triunfo de la casa. Política de contención que refrendan los platos de carne y pescado, ninguno de los cuales se tarifan muy alto. Están bien los mushi de gambas y cumplen con desahogo los langostinos Kon-Pao. En cambio, el pato crujiente, reseco y fibroso, no da la talla como sería deseable.

MENÚ DE MEDIODÍA POR 15 EUROS

LE DRAGON, restaurante perfectamente reacondicionado por el interiorista Ignacio García de Vinuesa, dispone de dos plantas. En la superior se encuentra un curioso comedor privado y algunas mesas especiales, como la contigua a la cocina, una de las más demandadas.

Particular interés poseen sus dos menús a precio fijo. El menú del día (15 euros), que sólo se sirve al mediodía, incluye un rollito de primavera, 12 variedades de dim-sum, postre de la casa y té o copa de vino. El menú degustación (22 euros, mínimo dos personas), muy sugerente, contiene rollitos, delicias al vapor, mushi de gambas, pato en salsa agridulce con arroz tres delicias y rape agridulce con tallarines crujientes. De postre, ensalada de frutas exóticas. Otro de los aspectos destacables de este local son sus postres. Aunque la oferta golosa no sea para arrebatar, se aprecian sensibles diferencias con otros orientales en un esfuerzo atípico por satisfacer a su clientela. Está muy conseguida la crema quemada de coco y merecen elogios las manzanas caramelizadas tradicionales. Aún así, lo mejor es la tartita de chocolate con naranja china, una delicia. La guinda de tanto esfuerzo la pone la bodega. No es extraordinaria, pero contiene marcas suficientes para realzar los platos, en particular cavas y champañas, vinos idóneos, junto con los de Jerez y los blancos fermentados en barrica, para soportar los incisivos matices agridulces de la variopinta cocina china.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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