La táctica del calamar
Abandono, inepcia, indecisión irresponsable, manipulación informativa, soberbia, infantilismo, petulancia chulesca, contumacia, mezquindad... Estos calificativos y muchos más se han podido leer y escuchar en los medios de comunicación en este mes y medio de crisis del Prestige, para definir la actitud de los miembros del Gobierno central y de la Xunta de Galicia.
La necesidad de dimisiones es clamorosa y al más alto nivel, pero la facilidad de enrocamiento y el uso de la táctica del calamar, unido al descaro del que vienen haciendo gala, nos inclinan a pensar que tratarán de aguantar el tirón al tiempo que promoverán rogativas para que los vientos les sean favorables y el efecto balsámico de las subvenciones, unido al trabajo subterráneo del clientelismo caciquil, haga su efecto.
La solidaridad primaria e indiscriminada que la Galicia mariñeira está recibiendo en forma de voluntariado generoso, declaraciones de apoyo, colectas inelegantes y lismoneras, etcétera, deberá dejar paso, en su momento, a la esencial solidaridad política que, sustanciada en las urnas, obligue a los actuales gobernantes, estatales y autonómicos, a irse oprobiosamente a la oposición... o a su casa.
Esa solidaridad deberá manifestarse en una doble dirección: Galicia deberá invertir su voto tradicional y castigar tanto desatino, y el resto del Estado deberá corresponder, aunque sólo sea por egoísmo, para que no veamos una España anoréxica ante otras posibles catástrofes, gracias al éxito inútil del déficit cero.
Si la Galicia labrega y mariñeira no da el primer paso, habrá que entender que no sólo no está por la insurrección, sino que se encuentra cómoda en
la resignación, que no quiere despertar de su sueño, como pide su himno, y que olvida a sus devanceiros, como el político y poeta decimonónico Alfredo Brañas, acaparado ideológicamente por el PP gallego, cuando decía: Galicia, érguete e anda, como en Irlanda.
En esta marea viva de solidaridad que Galicia recibe, echo en falta la de la Iglesia: ni una voz, ni un gesto.
Sugiero a la mitra compostelana que, además de regañar a la divina Providencia, done la mitad de sus ingresos en el próximo Año Santo, como devolución de una mínima parte de lo que históricamente recibió de sus arciprestazgos sufragáneos.
Agradece su atención este gallego carroñero y antipatriota. ¡Nunca máis!
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