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Columna
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Inocentadas

Federico Trillo se ha adelantado. Nada de esperar a que llegue este sábado, para colgarle a cada uno el muñeco de rigor. El ministro decidió que el Día de los Inocentes fuera el lunes pasado. Decir, a estas alturas de chapapote, que las playas de Galicia están esplendorosas y limpias no se comprende, salvo bajo el signo de la inocentadas o de los efectos de una buena comida navideña. Como la nochebuena estaba por llegar habrá que pensar que no agotó su risa con lo de los misiles y ha sustituido la broma a los yemenís por otra a los gallegos. Claro que habrá que preguntarse cómo habrá sentado la broma no sólo a los gallegos sino a los miles de voluntarios que empezaron a dejar su Navidad en noviembre.

Lo lógico es que no nada bien. No ya por el sentido del humor de los voluntarios sino por las consecuencias de estas manifestaciones. Uno se imagina a un voluntario diciendo: "Mira pequeña lo siento, esta Navidad no puedo estar contigo, voy a sacar chapapote". La chica mientras ve la tele oficial piensa que su éste o aquélla es alguien, a pesar de no participar en Gran hermano ni en Operación Triunfo; después oye al ministro, ve una playa de las del Caribe y piensa que el chapapote no existe. Lo que viene detrás sólo se puede explicar si eres voluntario; tienes en casa a alguien esperando, y te crees al ministro.

Claro, que cabe la posibilidad de decir que a este Gobierno le gustan las inocentadas, aunque no sea en su fecha. Puede resultar convincente. Primero cuentas lo del espinazo y el cocido de Celia, cuando las vacas traviesas; después dos de Arias Cañete; sigues con la boda de El Escorial y, ya si te ves muy apurado, sueltas una de perdices de Fraga o de Álvarez Cascos, y para terminar lo de CQC. Te pueden creer.

Si aún así no te creen cabe otra posibilidad: que uno siga con el chapapote, y que el Día de los Inocentes se siga disfrutando con la ilusión de recibir otras bromas. A mí, que tengo una hija de origen gallego por parte de abuelos y cuenta con siete años, me ha hecho sentir esta ilusión. Dice que me va a colocar un títere en la espalda y que, de mayor, quiere sacar chapapote. Esperemos que con el títere sea suficiente y que, de mayor, los percebes tenga denominación de origen, y los ministros también.

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