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Los jueces holandeses rechazan que la "fatiga de vivir" avale la eutanasia

Condenado el médico que ayudó a morir a un hombre de 86 años

Isabel Ferrer

El Tribunal Supremo holandés confirmó ayer la condena, sin pena de cárcel, que pesaba desde 2001 sobre el médico Phillip Sutorius por practicar la eutanasia a petición de un anciano que aseguró haber "perdido las ganas de vivir". El fallecido, Edward Brongersma, antiguo senador de 86 años, no padecía una enfermedad terminal. La Ley de Eutanasia no contempla males psicológicos entre sus supuestos.

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De haber fallado a favor del médico, los jueces habrían sentado un precedente para incluir la fatiga de vivir entre los sufrimientos físicos insoportables admitidos hoy por el legislador en la ayuda al suicidio. Brongersma afirmaba en 1998 que su vida ya no valía la pena, porque se había quedado sin parientes ni amigos y apenas podía moverse. "El mundo se ha vuelto un lugar frío. Después de mucho pensarlo, he decidido pedirle al médico la eutanasia. Estoy impaciente con acabar con todo esto", le dijo a Sutorius en la nota donde exponía sus razones para morir.

Tras consultar a otro colega y de tratar de disuadir al enfermo para que olvidara su empeño, dos de los pasos previos estipulados por ley ante de practicar la eutanasia, el médico proporcionó al paciente una mezcla letal que Brongersma tomó a solas. En su sentencia de ayer, el Supremo señala que dicho gesto contradice la ética médica y la propia ley. El dolor físico puede determinarse por medio del conocimiento científico, y estar harto de vivir no debe ser razón para la eutanasia.

La muerte de Brongersma abrió hace cuatro años un duro debate entre grupos como la Fundación para la Vida Voluntaria, que proponen una muerte digna cuando ésta ya no vale la pena, y los que piensan que casos así abren la puerta a la eutanasia de ancianos en coma o bebés con malformaciones. La Federación Médica holandesa señaló también en su día que Sutorius se excedió en sus funciones.

Brongersma, solo y sin amigos, equiparó su mal moral al dolor físico descrito por el legislador y su caso llegó a los tribunales. En Haarle los jueces aceptaron dicha opinión para absolver a Sutorius en primera instancia en octubre de 2001. El fiscal Egbert Myer apeló la sentencia porque "el dolor puede y debe determinarse por parte de los médicos para fijar los límites de la eutanasia". En diciembre del mismo año, el Tribunal de Apelación de Amsterdam condenó al médico por colaborar en un suicidio por razones ajenas a las legales. Pese a ello, los jueces creyeron que Sutorius actuó por compasión y le libraron de ir a la cárcel.

Reconocida por el Supremo desde 1984 y despenalizada en 1994, la eutanasia cuenta con el apoyo del 85% de los holandes. Es vista, además, como una opción legal para pacientes desahuciados que evita la cárcel a los médicos. Para no ser demandados, éstos deben asegurarse de que el sufrimiento del enfermo sea intolerable y no haya forma de aliviarlo. Luego tienen que consultar a un colega y comunicar el óbito a las autoridades locales. La ley deja claro que las personas con depresión o que no deseen seguir viviendo no podrán acogerse a la eutanasia. De conculcar estas normas, el médico se expone a una pena de hasta 12 años de cárcel. La ley contempla también a los menores de edad y a los incapacitados: los primeros decidirán solos entre los 16 y 17 años. Los estamentos vitales sirven para enfermos en coma.

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