El Premio Nacional de Diseño recae en Isidro Ferrer y la empresa Roca
Este año el galardón refleja tanto la autoría creativa como el buen producto comercial
Este año es muy fácil explicar cómo son los diseños de la empresa merecedora del Premio Nacional de Diseño, que organizan el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Fundación BCD. Casi todo el mundo los tiene en su casa o, más concretamente, en sus cuartos de baño. Se trata de la empresa Roca, especializada en sanitarios, calefacción, aire acondicionado y cerámicas. Comparte premio con el grafista Isidro Ferrer (Madrid, 1963), autor de numerosos diseños relacionados con productos culturales como carteles, ilustraciones, diseño editorial y audiovisuales.
En esta edición, los premios parecen haber querido abarcar los dos extremos del diseño. Por una parte, el anonimato del buen producto de empresa con finalidad comercial y, por otra, el grafismo de autor que busca expresar su creatividad personal.
El grupo Roca, con una facturación anual de unos 1.600 millones de euros, es una gran multinacional del sector que se fundó en 1917 en Gavà (Barcelona) para fabricar radiadores de hierro fundido. Más tarde amplió su gama a las bañeras y la porcelana sanitaria para entrar después en el sector de la grifería, el aire acondicionado y la cerámica.En 1960 creó un equipo específico de diseño para nuevos proyectos y tres años más tarde se fundó el departamento de Diseño Industrial, en el que actualmente trabajan 98 personas -entre diseñadores, ingenieros, modelistas y otros técnicos- bajo la dirección de Ramon Sanfeliu. Según explicó ayer el actual gerente de la empresa, Josep Miquel Roca, de los cerca de 10.000 productos que fabrica la empresa, la estrella es el grifo monomando, que introdujeron en España en los setenta. "El nuestro es un diseño con concepción industrial desde la perspectiva clásica de la funcionalidad", indica Sanfeliu. "Son productos que tienen que convivir con los usuarios durante muchos años. Un lavabo no se cambia cada tres años como un coche, y por esto buscamos que sean durareros, fáciles de mantener y lo más universales posible, de forma que se adapten a la mayoría de países".
El premio les ha sido concedido "por su capacidad para incorporar la cultura del diseño en la gestión y desarrollo de todas las manifestaciones que se generan en una empresa de esta complejidad, vinculando innovación con calidad".
El jurado de esta duodécima edición del Premio Nacional de Diseño, que no tiene dotación económica y se entregará la próxima primavera, estaba presidido por la diseñadora Marisa Gallén e integrado por Daniel Charni, Arturo González, Manuel del Pozo, Juan Francisco Santacoloma, Isabel Roig y los dos ganadores de la pasada edición, el diseñador de interiores Dani Freixes y el diseñador industrial Josep M. Tremoleda, de la empresa Mobles 114.
Si el premio a la empresa ha recaído en una multinacional que dedica al diseño entre 13 y 15 millones de euros, el galardón al diseñador ha valorado el trabajo de un joven grafista, Isidro Ferrer, "por su ingenio a la hora de escoger problemas y el impulso creativo a la hora de resolverlos, aportando lecturas libres, asequibles, cómplices, de una gran fuerza poética e insólitamente madura". Ferrer, que estudió teatro y escenografía, se inició en el diseño en 1988 como diagramador e ilustrador en el periódico Heraldo de Aragón y tras trabajar un año en el estudio barcelonés del diseñador Peret -al que considera su padre profesional- se decidió a fundar el estudio Camaleón en Zaragoza junto a otros tres profesionales. Desde 1996 se estableció en solitario en Huesca, en donde, indicó, creó "una microempresa en la que hay un jefe y un trabajador que son la misma persona, yo mismo". Entre otros trabajos, ha realizado ilustraciones para El PAÍS, cortinillas de continuidad para Canal+, el spot televisivo del modelo New Beetle de Volkswagen, diseño editorial y numerosos carteles, entre los que destaca el del centenario de la muerte de Toulousse Lautrec. También realiza libros objeto para niños por encargo de la cadena Imaginarium.
"El diseño gráfico consiste en resolver de forma eficaz los problemas de comunicación de una empresa y hacerlo de manera directa y clara", señala Ferrer, que se reconoce muy cómodo en la ilustración infantil por el grado de libertad que le permite. "Mi punto débil son las marcas, porque me muevo mejor en el campo de la imagen poética o escultórica".
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