Muñoz Molina considera que sus artículos son una "invención curiosa de la realidad"
El escritor publica una selección de sus columnas con el título 'La vida por delante'
Está alimentando su curiosidad en silencio, aparte, momentáneamente retirado del columnismo, pero no inactivo. Durante cinco años, Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) tiñó de tinta sabia la última página de El País Semanal sin faltar una sola vez a su cita. Ahora ha realizado una selección de aquel esfuerzo, que aparece en La vida por delante (Alfaguara), el mismo título que el escritor utilizó para su sección fija. Ahora se ha tomado un descanso, pero volverá a la carga en los periódicos, desde donde dice que le interesa "la invención curiosa de la realidad".
No quiere caer en lo que no le gusta y odia sentir que se repite a sí mismo. Por eso, Muñoz Molina, cada cierto tiempo se retira del ruedo público, se da un respiro, para no caer en las trampas de la rutina: "Por eso me gusta parar, porque la rutina muchas veces lleva a que caigas preso de una maquinaria estéril que te lleva a la repetición y a hacer parodia de ti mismo, a que no seas tú el que escribe el artículo, sino el artículo el que te escribe a ti", dice.
Eso fue lo que le ocurrió este año, cuando puso el punto final a su serie La vida por delante. Ahora, aquellas líneas aparecen en una selección variopinta en la que cabe la vida, el arte, la música, la litertura, la historia, las derrotas, los placeres... Y esa manía del autor por reivindicar el sentido común. "Me interesaba que estos artículos tuvieran una unidad y fueran duraderos. Tenía que escribirlos 15 días antes de que fueran publicados y era difícil ponerme en situación con tanto adelanto, porque los artículos necesitan una cierta vibración del presente y mi obsesión era que no dieran la impresión de que aparecieran recalentados o en conserva", dice Muñoz Molina, que acaba de regresar de Nueva York, donde ha pasado dos meses impartiendo un curso sobre relato breve en la New York City University y donde también ha corregido las pruebas de Sefarad, que aparecerá publicado ahora en Estados Unidos.
Está contento con la selección este escritor tranquilo, de verbo sereno. "Los artículos deben tener dos vidas, una inmediata y otra un poco más larga". Muchas de esta líneas sobreviven tan frescas por arte del novelista autor de El jinete polaco, Plenilunio, Beltenebros... "El tiempo las va seleccionando, en cinco años habré escrito más de 300 artículos y siempre me ha movido la observación y la curiosidad, ésas son las palabras claves, una observación regida por la curiosidad ilustrada. El artículo es una forma de mirar y están poblados de literatura, pintura, música, recuerdos y vivencias", asegura.
Peleas, que no polémicas
De polémica también, o de una voluntad de agitar conciencias e invitar a la reflexión, lujo escaso. "Aquí hay peleas, no polémicas, opiniones, debates, respeto a la discrepancia". Para que existieran más polémicas habría que huir de una cierta corrección que se convierte en coacción, asegura quien se inició en el articulismo en Granada con El robinson urbano: "La polémica debe venir del rigor y no debe caer en en las coacciones de la corrección política", se lamenta. Y lo hace para después denunciar que en España levantan ampollas muchas cosas: "Aquí hay asuntos de los que no se puede hablar". ¿Por ejemplo? "La educación, la historia, las mitologías autonómicas o locales; si lo haces, enseguida te lanzan el rayo paralizador. También cuando tratas la inmigración o la inseguridad ciudadana con argumentos, sin etiquetas, cansan los malos entendidos".
Luego hay otras cosas sobre las que quiere reflexionar. "En España hay una inflación de columnismo, de opinionismo, parece una tertulia en la que sólo habla uno. Además, muchos de estos popes se toman unas confianzas excesivas con el lector, yo nunca lo hago. Otros sí, porque escriben para un público cautivo, al que arengan con cosas que les gusta oír, sólo por satisfacer sus expectativas ideológicas y no para provocar la reflexión, sino para confirmar sus propios prejuicios".
Son tics, manías en las que no querría caer. Por eso, Muñoz Molina, un empedernido lector de periódicos, busca su inspiración en maestros clásicos o en prensa extranjera. "Yo me aficioné al columnismo con Julio Camba y Josep Pla, que han sido los mejores, y ahora disfruto con Claudio Magris o con publicaciones estadounidenses, que hacen verdadero periodismo de investigación, con enfoques alejados del declaracionismo que me produce tanto cansancio, porque el periodismo consiste en contar lo que pasa, no en lo que los políticos dicen que pasa".
Algo parecido a lo que sostiene su admirado Magris. "Exacto, cuando sostiene él que las cosas son más importantes que lo que se dice sobre ellas", remata.
Babelia
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