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Más del 20% de quienes practican deportes de invierno padecen enfermedades oculares

La falta de protección ante rayos ultravioleta puede acabar en pequeñas ulceraciones en la córnea

Las radiaciones solares son, junto al frío y la ventisca, las principales amenazas para la salud de los ojos de los deportistas de alta montaña y la causa conjunta de que más de un 20% de las personas que practican deportes de invierno padezcan enfermedades de la visión, según un estudio elaborado por el Instituto Oftalmológico de Alicante.

Los problemas más frecuentes son las conjuntivitis (irritaciones derivadas de las malas condiciones ambientales), aunque no son los más graves. Una inadecuada protección frente a los rayos ultravioleta puede derivar en la llamada oftalmía de las nieves, una alteración en la que la superficie ocular reacciona al exceso de radiación con pequeñas ulceraciones en la córnea. Suele presentarse a través de una sensación de tener un cuerpo extraño bajo el párpado, acompañado de un aumento del parpadeo después de una jornada al sol. En los casos más graves provoca fuerte lagrimeo y fotofobia. En cualquier caso el tratamiento es sintomático: una pomada lubricante o antibiótica que reduzca la fricción entre el ojo y el párpado, y reposo para dar tiempo a que las pequeñas lesiones cicatricen solas.

"Nunca hay que emplear colirios anestésicos", subraya Jorge Alió, director médico del centro alicantino, quien destaca que es una afección que se previene con unas lentes protectoras de rayos ultravioleta y que "en principio no deja secuelas". Sólo en situaciones excepcionales, entre habitantes de zonas nevadas durante gran parte del año o profesionales del esquí que no empleen medidas protectoras, sometidos a una acumulación de rayos ultravioleta, puede acabar a la larga en una degeneración macular, una lesión en la parte central de la retina por exceso de oxidación, que en circunstancias normales aparece en personas mayores de 65 años.

También se registran ulceraciones en la córnea entre usuarios de lentes de contacto. En este caso, las bajas temperaturas provocan que se congelen pequeñas lágrimas, formando microcristales que pueden erosionar la superficie del ojo, especialmente entre quienes emplean lentillas duras. Para evitarlo, bastan gafas de ventisca, que también previenen de las conjuntivitis provocadas por el fuerte viento helado.

Más rara es la eritropsia de las nieves, una dolencia en la que el deportista comienza a ver todos los objetos con un tono rojizo. Se suele dar en situaciones en las que ha habido una prolongada exposición a una luminosidad muy alta, ligada a un mismo paisaje nevado -es más frecuente entre esquiadores de fondo y practicantes del senderismo de montaña- , lo que deriva en una "saturación del blanco que provoca una observación monocromática", como apunta Alió, que suele durar entre media hora y una hora. De nuevo, la prevención pasa por el uso de lentes protectoras.

Ésta es una forma menor de fototraumatismo macular. La más grave se produce por la observación directa del sol con gafas oscuras pero sin protección, relativamente frecuente entre las personas que aprovechan la visita a la nieve para broncearse y que no cierran los ojos. "La retina se quema por los rayos infrarrojos" y se tiene la sensación de que una mancha oscura acompaña a la visión, que tarda más en disiparse cuanto mayor haya sido la exposición.

Para evitar cualquier problema, el director médico del Instituto Oftalmológico de Alicante aconseja protegerse siempre con gafas de sol homologadas por la Federación Española de Esquí, que presenten protecciones laterales y un filtro completo frente a los rayos ultravioleta, sean suficientemente oscuras para proteger de la alta luminosidad de la nieve pero que, a su vez, mejoren la visión en condiciones de baja visibilidad -niebla o viento-, por lo que recomienda el empleo de tonos anaranjados, que cumplen estas dos condiciones.

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