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Columna
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El retrato

Hubo el otro día en Granada un encuentro entre escritores de España e Italia, y oí decir al novelista Daniele del Giudice que los italianos, en general, son mejores que sus políticos: Italia no se merece un Perón, dijo Del Giudice, supongo que identificando a Berlusconi (no lo nombró) con el caudillo argentino. Alguien aplaudió en el teatro a oscuras: éramos escritores bajo los focos, representándonos a nosotros mismos en un escenario (hacía mucho que no iba al Teatro Isabel la Católica de Granada y lo encontré más chico: la memoria exagera siempre). El pueblo italiano es mejor que la derecha berlusconiana y el centro-izquierda de Italia, aseguró Del Giudice.

Volví a mi casa, en Nerja, fui a ver si me había escrito alguien, me encontré con una amiga gallega en la puerta de Correos, en la calle Cristo. "Veremos a ver si allí sigue votando la gente como vota", me dijo más o menos mi amiga, que lloraba pensando en Galicia. Así que me acordé de lo que aseguró Del Giudice en el teatro: los votantes están por encima de los políticos a los que eligen, son mejores. ¿Es verdad? Pasé hace dos años por Milán, he vuelto ahora, oigo las crónicas callejeras sobre las fechorías de Berlusconi, los peores insultos y algún buen chiste (alguno, idéntico, lo he oído aquí sobre Aznar). Gángster, demagogo, fascista, le llaman a Berlusconi. Todo el mundo maldice a Berlusconi, pero casi todo el mundo lo vota.

Tiene mayoría absoluta, aunque yo no haya conocido en Italia a nadie que diga haber votado a Berlusconi. Aquí tampoco parecen abundar los partidarios de Aznar o de Chaves. Sólo conozco a dos votantes confesos de Aznar, tan absoluto como Berlusconi, y a dos de Chaves, que roza lo absoluto. Aznar, desde que ganó la total mayoría y se convirtió en estatua de sí mismo, empezó a enmohecerse y agrietarse y ahora posa cubierto de soberbio alquitrán, negro, más mineral que nunca. No sé si volverán a votarlo absolutamente por mayoría, a él o a su partido, en Galicia y en España entera, pero figura dentro de lo probable, y lo siento por mi amiga gallega de la calle Cristo.

En Andalucía, según las encuestas, son minoritarios los que confían en Chaves, pero una mayoría casi absoluta lo vota. ¿También los andaluces son mejores que sus políticos, como el novelista Del Giudice asegura a propósito de los italianos? Yo diría que no. Los políticos democráticos son una muestra de cómo es la sociedad que los elige: son su retrato. Habrá ciudadanos por encima del retrato, y por debajo, y habrá retratos que sólo alcancen la categoría de caricatura. Tenemos poco donde elegir, elegimos lo que podemos. Y, lo mismo que muchos ciudadanos se consideran por encima de los políticos, algún partido se considera superior a los ciudadanos: el PP andaluz, por ejemplo, entiende que los votantes andaluces somos miedosos, o peor, cobardes (por eso, piensa el PP, nunca gana el PP). Parece que hace falta valor para votar al PP. Hace falta valor para elegir entre las pocas opciones que se nos ofrecen, pero los ganadores suelen representar el estado moral de la mayoría, aquí, en Galicia, en España y en Italia.

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