"El barco estaba sobrecargado, y con su calado no podía entrar en el puerto"
Ángel del Real Abella, capitán marítimo de A Coruña desde 1994 y uno de los cuatro técnicos que asesoraron al Ministerio de Fomento y tomaron decisiones en relación con el accidente del Prestige, declaró ante el juez de Corcubión el 28 de noviembre pasado.
Su primer conocimiento del naufragio lo tuvo a las 16.10 del 13 de noviembre, por medio de un aviso del jefe del control marítimo de Finisterre. "En ese momento se creó un centro de coordinación de operaciones (CECOP), compuesto por mí, el delegado del Gobierno, el director general de Marina Mercante, el jefe de demarcación de costas.... Este centro cursó las oportunas instrucciones a través de la torre de control de Finisterre por no tener posibilidad de contacto directo", señaló.
El relato del capitán marítimo destaca que "al principio, las informaciones eran confusas" y enviaron los medios de salvamento "ante la envergadura del petrolero".
Del Real declaró que el día 14 dio una orden por escrito, "la cual fue firmada por el receptor", al capitán de salvamento de la compañía Smit Tak para que procediera a separarse de la costa, continuando en el mismo rumbo, hasta alcanzar la distancia de 120 millas de la costa española.
"El barco estaba sobrecargado, porque el capitán había adrizado llenando los tanques de babor y en consecuencia hundiendo el buque hasta alcanzar los 21 metros de calado. En el puerto de A Coruña sólo se puede entrar con un calado de 18 metros y medio máximo. Con 21 metros sólo se puede llegar hasta la primera boya verde de la ría de A Coruña y tendría que quedarse ahí. Con ese calado, [el Prestige] en principio sólo podría entrar en la ría de Ares".
La decisión de alejar el barco, según el capitán marítimo de A Coruña, "se adoptó en el CECOP, asesorados por técnicos de Marina Mercante".
A preguntas del fiscal, Del Real detalló que el CECOP se encontraba en comunicación directa con la Dirección General de la Marina Mercante (Madrid). "Fue toda la comisión del CECOP, de forma consensuada con los asesoramientos de técnicos de Marina Mercante, la que decidió que la mejor solución era alejar el barco de la costa. El barco en ningún momento hubiera podido entrar en Muxía, ni en A Coruña, debido al calado y además si los remolques se hubieran roto, dado que dicha operación tarda unos tres cuartos de hora como mínimo en producirse, el barco se hubiera ido contra la costa".
"Cuando el buque se hallaba a algo más de 60 millas, se le reiteró la orden de alejarse a más de 120 millas", concluyó.
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