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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Para unos ojos sólo

Estados Unidos ha incurrido en un error y una profunda contradicción al no permitir que todos los miembros del Consejo de Seguridad tengan igual acceso a la integridad del mastodóndico informe de Irak sobre los programas relacionados con armas de destrucción masiva. Amparándose en que los miembros permanentes (EE UU, Rusia, China, Francia y Reino Unido) son los que tienen la capacidad técnica para valorar toda esta información, Washington ha decidido entregar copia de las 12.000 páginas sólo a estos cinco. Los otros diez miembros del Consejo -en el que España entrará el 1º de enero- sólo recibirán una versión expurgada. Pero, de acuerdo con la Resolución 1.441, es el Consejo en su conjunto el que habrá de evaluar el informe iraquí. Noruega, miembro actual del Consejo de Seguridad, ha encabezado la protesta. Una cosa es el derecho de veto y otra la igualdad de la información a todos los miembros del Consejo, permanentes o no.

EE UU argumenta que con las 12.000 páginas a disposición de todos puede llegar a manos indeseables una información peligrosa sobre cómo fabricar armas de destrucción masiva. Pero las instrucciones para fabricar este tipo de armas son relativamente fáciles de conseguir en Internet y están al alcance de bastantes científicos. EE UU ha buscado desnudar a Irak, pero cuando el régimen de Sadam Husein se ha desnudado -falsamente o no, ya se sabrá-, pretende tapar la vista a todos salvo a los cinco miembros permanentes del Consejo, que son a su vez potencias nucleares. La Administración de Bush pretende probar que Irak miente al afirmar que no posee armas de destrucción masiva, pero ocultar el informe a dos tercios del Consejo de Seguridad no parece el método más idóneo.

La capacidad de engaño del régimen de Sadam Husein es ya legendaria, y el volumen de su informe puede constituir una táctica dilatoria, puesto que su análisis puede llevar meses. Es un hecho, por lo demás, probado que Irak tuvo armas químicas, ya que las usó en su guerra contra Irán. Un general asesor de Sadam ha admitido que Irak estuvo a punto de llegar a fabricar una bomba nuclear en 1991, antes de la guerra del Golfo. Pero hasta ahora EE UU no ha presentado ninguna prueba sobre la situación actual. Mientras, los inspectores internacionales intensifican su trabajo. Sadam Husein debe ser consciente de que el dedo que Bush y Blair, al menos, tienen sobre el gatillo de la guerra podría dispararse si se descubre que Irak ha mentido, en "grave violación" de la Resolución 1.441. Pero ésta no contiene ningún automatismo para la guerra. El Consejo de Seguridad debe seguir siendo la fuente de legitimidad en esta materia. No puede actuar a ciegas, como pretende EE UU. Las informaciones proporcionadas por Irak deberían ser públicas.

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