España, Italia y Reino Unido presionan para no retrasar la adhesión de Turquía a la UE
Los Quince rechazan por "demasiado generosa" la oferta de la Comisión a los candidatos
El calendario para la hipotética entrada de Turquía en la UE sigue dividiendo a los Quince, a 48 horas de la cumbre de Copenhague. Mientras Alemania y Francia aceptan iniciar las negociaciones en julio de 2005 si a finales de 2004 se confirma que cumple los requisitos, España, Reino Unido e Italia presionan para empezar a negociar en cuanto verifiquen que Ankara supera las exigencias de la UE. Por su parte, Austria y los países nórdicos rechazan incluso plantear la apertura de negociaciones. Ni los Quince ni los candidatos se ponen de acuerdo en el coste de la ampliación.
El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, ha anunciado en Bruselas que "la mayoría de países" aceptan la propuesta de Berlín y París, pero la ministra española, Ana Palacio, afirmó ayer que al menos los tres países citados prefieren iniciar las negociaciones a finales de 2004 si la Comisión Europea confirma que Ankara ya cumple los requisitos (democracia, derechos humanos, respeto a las minorías, economía de mercado). "En Copenhague hay que dar una señal fuerte a Turquía, y eso significa una fecha", agregó Palacio.
Se apruebe una u otra fórmula, y cuando se sumen a ella Austria y los nórdicos, lo que nadie duda es que en la cumbre de Copenhague, que empieza mañana, se dará un paso, prácticamente sin posible marcha atrás, para el futuro ingreso de Turquía en la UE. Si Alemania y Francia apuestan por iniciar las negociaciones en 2005, es para evitar que un asunto tan sensible se mezcle con el proceso de ratificación del tratado de adhesión de los actuales diez candidatos o con la campaña de las elecciones europeas en 2004.
"Sólo hace unos meses nadie hubiera puesto la mano en el fuego de que íbamos a hablar de una fecha para Turquía, y ahora lo vamos a hacer", comentó Palacio. "España", agregó, "lo ha hecho desde hace mucho tiempo, y son otros, alguno muy significativo, los que han cambiado". Eso sí, como ha dicho al diario La Croix el comisario de la Ampliación, el alemán Günter Verheugen, la entrada de Turquía no se hará antes de 2013.
Aun así, las declaraciones del nuevo líder turco, Recep Tayyip Erdogan, han creado gran malestar en la UE. En ellas acusa a los Quince de "discriminar" a Turquía, y exige empezar a negociar en 2003 o, en todo caso, antes de que en mayo de 2004 entren los diez candidatos actuales, entre ellos Chipre, que podría bloquear los contactos con Ankara si la isla sigue dividida.
Peor ha sentado en Bruselas la visita de ayer de Erdogan a Washington para pedir el apoyo a su causa europea de George W. Bush, que ayer reiteró que EE UU está trabajando duramente para conseguir ese objetivo. "Ha despreciado una oferta buena como es la franco-alemana, y se equivoca al buscar una fecha de adhesión a la UE en Washington", aseguran fuentes del Consejo de la Unión.
No menos espinoso será en Copenhague el cierre de las actuales negociaciones de adhesión con los diez candidatos. De entrada, los ministros de Exteriores de los Quince rechazaron ayer por "demasiado generosa" la oferta financiera global (40.403 millones de euros para 2004-2006) planteada por la Comisión a los candidatos, que a su vez la rechazan por "exigua", sobre todo Polonia. Entre pagos de compromiso y ayudas, Polonia (el candidato más grande, con 39 millones de habitantes) se llevaría unos 19.000 millones de los 40.000, pero exige unos mil más. "No hay más dinero", clamó ayer Per Stig Moller, ministro de Exteriores de Dinamarca, el país que preside la Unión. "La oferta que les han hecho es la mejor de las posibles, el techo máximo; no hay margen de maniobra", añadió.
Pero sí hay un margen de maniobra, porque en la cumbre de Berlín de 1999 se previeron exactamente 42.590 millones de euros para la siguiente ampliación. El problema es que los líderes europeos la rebajaron el pasado octubre a 39.297 y sólo aceptarán a regañadientes que el ahorro sea menor. "Es la ampliación más barata de la historia de la UE", se quejan en la Comisión, donde tildan de "cicateros" a los Quince.
El problema llega totalmente enredado a Copenhague. Pero en la Comisión sospechan que hay gato encerrado y auguran el siguiente escenario: el canciller alemán, Gerhard Schröder, cederá ante Polonia y aceptará pagar algo más. Se erigirá así en el gran triunfador de la cumbre de la ampliación y dejará aún más claro que es él el gran líder de la nueva Europa extendida hacia el Este, hacia la zona de influencia alemana.
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