El punto de vista de la esponja
Aznar descarga sobre Mariano Rajoy una roca que el candidato deberá llevar arriba y abajo como en el mito griego de Sísifo
Mientras va leyendo, los folios que sostiene su mano izquierda se agitan como si recibieran el aire de un ventilador. Pero es que su rostro y su cuerpo están temblando. ¿No será la cámara? No. Es el movimiento nervioso y regular de su pierna derecha, una pulsión que Mariano Rajoy es incapaz de controlar a causa del stress. El vicepresidente primero, cuyo cuerpo da saltitos ante las cámaras de la segunda cadena de televisión española, rememora, durante casi dos horas, sus actividades desde las cinco de la madrugada del 14 de noviembre, horas después que el Prestige comenzara a soltar las primeras de sus 77.000 toneladas de fuel. Todo un cuaderno de bitácora del capitán Mariano. Es uno de los tres presuntos delfines de José María Aznar. Es el hombre que Aznar ha puesto al frente de la operación de salvamento.
En el Gobierno hay quien piensa, como Zapatero, que se negó en exceso el peligro
Rato no disfruta con la bajada de tipos. A la marea negra sigue la marea roja económica
Es un relato del naufragio propio, por su estilo y extensión, de un pleno extraordinario del Congreso de los Diputados. Y, sin embargo, el vicepresidente primero se dirige, en una pequeña sala, a los miembros de la Comisión Mixta para la Unión Europea.
"El punto de vista de la esponja -de la esponja hundida en lo subconsciente y avizor desde su submarinidad- trastorna todas las secuencias y consecuencias, desvaría la realidad, se distrae en lo despreocupado, crea la fijeza en lo arbitrario, deja suponer lo indesmentible", escribió Ramón Gómez de la Serna. Es lo que desprende el informe de Rajoy.
Una fuente informada dice que Aznar pidió a Rajoy que presentara una síntesis de su cuaderno de bitácora en el Consejo de Ministros, la mañana del pasado jueves. Y que a la vista de la riada de datos se abrió un intercambio. Hubo, según esa fuente, coincidencia. Algo ha fallado, se dijo, cuando la percepción de la opinión pública está tan alejada de los hechos gubernamentales, cuando existe una verdadera rabia en Galicia y desconfianza en el resto de España. Algunos ministros, como Cascos y el propio Rajoy, sostuvieron que el PSOE y algunos medios de comunicación antigubernamentales han catalizado una campaña contra el Gobierno, aprovechándose de la lógica y humana tendencia de la población a culpar de todo a las autoridades. Pero otros ministros estimaron que hubo en un primer momento cierta negación de la posibilidad de que las costas de Galicia se vieran afectadas seriamente por los vertidos. Unos y otros acordaron cambiar de rumbo informativo... y golpear al PSOE.
Rajoy tuvo después el debate cara a cara con José Luis Rodríguez Zapatero, todo un duelo muy propio de la campaña electoral. Parecía como si los plazos del calendario de Aznar, de repente, conocieran una anticipación.
Rajoy insistió, varias veces, en que la parte esencial de su balance es la necesidad de adoptar medidas para evitar que las costas gallegas sigan a merced de lo que parece ser una maldición bíblica. Llegó Rajoy -y el presidente de la comisión, el socialista José Borell- a retar a los socialistas -por el jolgorio con el cual toda la bancada, excepción hecha de su líder, se mofó en varias ocasiones- y a acusar a los diputados de no prestar atención a las medidas preventivas.
Sin duda, es un asunto relevante. Si uno echa a andar la moviola hacia atrás y recala en el 17 de diciembre de 1992, se encuentra en medio de un pleno del Congreso de los Diputados. Comparecía, a petición propia, el ministro de Obras Públicas y Transportes para debatir la situación del medio ambiente en España.
La diputada popular Teresa Estevan Bolea, hoy presidenta de la Junta de Seguridad Nuclear, pidió la palabra:
-Después del Urquiola y del accidente del Mar Egeo me parece que no podemos seguir tolerando que entren buques petroleros en el puerto de La Coruña. Entrarán otras mercancías, es un puerto seguro. Evidentemente, son grandes cantidades de crudo las que transportan los buques petroleros y ha habido ya varios accidentes, demasiados accidentes, y no se trata de que ahora aporten 1.000 millones de pesetas para limpiar las playas, sino qué va a ser de esos pescadores durante dos años, qué va a ser de la acuicultura, qué va a ser de las playas y del turismo de esa zona... Realmente sería una temeridad permitir que en el muelle petrolero de La Coruña siguieran entrando estos grandes buques tanques que cada vez van a ser más grandes. No se puede dejar en esa tremenda soledad a los pescadores de Galicia. No se les puede dejar dos años diciéndoles: ¡Dios los ampare a usted, hermano! porque las responsabilidades de mucha gente son muy grandes. Sobre todo hay que evitar que se produzcan más accidentes de ese tipo. Yo no digo que se haga un pantalán, son aguas muy batidas, mar abierta, muy difícil, pero sí que se haga un puerto petrolero en el entorno de la cala de Bens y que de una vez por todas evitemos el tercer accidente gravísimo de un petrolero en el puerto de La Coruña...
La previsión de la ex diputada, pues, se ha cumplido. ¿Qué pasó en los 10 años que se van a cumplir desde que se pronunciaron estas palabras? Hubo tres años y medio adicionales de Gobierno socialista. Y, desde 1996, seis años y medio de Gobierno popular.
En el debate del pasado jueves, Rodríguez Zapatero acusó al Gobierno de negar la realidad -como piensan algunos ministros- y recordó un hecho que tiene interés:
-En 1997, cuando aprobaron su primer plan de salvamento marítimo, ustedes presumieron de reducir el plan de 8.000 millones de pesetas a 4.000 millones. El Grupo Socialista señaló que era un plan insuficiente. Ustedes, con su concepción del Estado, del Gobierno y de lo público, nos han debilitado...
Aznar ha cargado sobre las espaldas de Rajoy una roca que el candidato tendrá que llevar como Sísifo en la mitología griega. No será el único de los presuntos delfines con exceso de equipaje. El candidato natural, Rodrigo Rato, no ha podido disfrutar en las últimas horas al conocer que el Banco Central Europeo (BCE) bajó medio punto los tipos de interés del dinero, para dejarlos en el 2,75%. Si se descuentan estos tipos de la inflación española, cuya tasa anual se sitúa en el 4% , se consolidan unos tipos reales negativos. Las presiones inflacionistas y el paro suben. A la marea negra sigue la marea roja económica.
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