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Reportaje:

El reto de la seguridad

Un año después de su llegada al poder, el presidente sigue sin controlar Afganistán

Guillermo Altares

Fue un fin de semana duro, pero tampoco extraordinario: 11 muertos en el oeste de Afganistán como consecuencia de combates entre señores de la guerra; tres fallecidos en Kandahar por un incidente en un puesto de control de armas, mientras que un soldado estadounidense resultó herido en un ataque con morteros contra una base en Khost, en el sureste del país. Un año después de la caída de los talibanes, la violencia y la inseguridad son todavía la principal preocupación de Afganistán, que no ha logrado acabar con sus 23 años de guerras interminables.

"Los combates constantes entre diferentes grupos enemigos y las débiles estructuras del Estado son nuestros principales problemas", dijo el presidente Hamid Karzai poco después de su llegada a Bonn para una conferencia internacional. Hace un año, en este mismo escenario, Karzai fue designado presidente y ahora, aunque la situación ha mejorado, ha regresado para pedir, de nuevo, apoyo y estabilidad. "La situación en Afganistán recuerda peligrosamente al caos que llevó al poder a los talibanes a mediados de los noventa", escribió en The Wall Street Journal el periodista afgano Massod Farivar. "El país sigue en ruinas y se enfrenta al peligro real de volver a la anarquía", agregó.

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Otros especialistas, en cambio, son menos tremendistas. "No creo que el caos anterior a 1995 pueda repetirse", asegura el profesor francés Olivier Roy. "Los que hablan de una anarquía completa se equivocan: aparte de ciertas zonas bien delimitadas, como Shindand o Mazar, el país es más bien seguro".

Actualmente, hay entre 8.000 y 10.000 soldados estadounidenses desplegados, pero su misión, como ha reiterado su portavoz, el coronel Roger King, es "capturar o matar a los miembros de Al Qaeda". Una doctrina sancionada por los líderes de la OTAN, reunidos en Praga hace dos semanas: "La responsabilidad de garantizar la seguridad y la ley reside en los propios afganos", dijeron.

De la seguridad en Kabul se ocupan las tropas internacionales de la ISAF, y en el resto del país, como bien señaló la OTAN, los propios ejércitos irregulares de los diferentes señores de la guerra. Los resultados pudieron comprobarse de nuevo en la zona de Herat: 11 muertos y 2.500 desplazados. "En Afganistán hay armas por todas partes", dijo recientemente el comandante de la ISAF, el general turco Akin Zorlu. Para la mayoría de los expertos, para el Gobierno afgano, para la ISAF o para la ONU, el principal problema que sufre Afganistán es la falta de seguridad. "Si se habla con los afganos de diferentes partes del país, lo que quieren antes de nada es la paz tras un cuarto de siglo de guerras", dijo el portavoz de la ONU Manoel de Almeida.

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El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), y el canciller alemán, Gerhard Schröder, ayer en Bonn.
El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), y el canciller alemán, Gerhard Schröder, ayer en Bonn.REUTERS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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