_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Crónicas en verde

Pasado mañana se presenta en el Parque de las Ciencias de Granada, bellamente editado por EL PAÍS y la Junta de Andalucía, un libro excepcional: Crónicas en verde. 10 años, de José María Montero Sandoval. Se trata de una selección de los artículos que desde 1992, con heroica asiduidad, ha venido publicando en este cuadernillo el periodista cordobés especializado en cuestiones medioambientales. El libro se acompaña de un disco compacto que contiene la totalidad de dichas crónicas, con lo cual los investigadores, o los que sencillamente amamos la naturaleza del Sur y quisiéramos estar mejor informados al respecto, tenemos ahora a nuestra disposición unas herramientas de trabajo de enorme utilidad.

No basta con saber. Hay que saber transmitir. Y que José María Montero tiene un gran talento como divulgador de su especialidad se confirma también cada semana en el programa Espacio verde, de Canal-2 Andalucía, donde, con una envidiable naturalidad ante la cámara y un estilo tranquilo en el uso de la palabra, nuestro hombre logra comunicar su pasión por el entorno y su inquietud por los problemas y peligros que dificultan la conservación del mismo. Hace un par de meses tuvimos una excepcional demostración de ello con Agua de la memoria, documental de Montero sobre Doñana que incluye, además de entrevistas sabrosas, antiguas y fascinantes secuencias inéditas, en blanco y negro, de las marismas y sus gentes.

Montero es muy consciente del penoso retraso que, en cuestiones medioambientales, ocasionó para España el franquismo. No sólo por los brutales atentados contra la naturaleza cometidos impunemente a lo largo del país, especialmente en las costas, sino, ante todo, por la falta de educación apropiada en las escuelas. ¡Qué tiempos aquellos! Conservo como oro en paño un recorte de Abc correspondiente al 13 de agosto de 1960 titulado "Más de 18.000 alimañas exterminadas en Guadalajara durante 1959". Entre dichas "alimañas" figuraban 246 águilas reales, 652 zorras, 275 "aves mayores que el milano", 826 "aves menores que el milano", 1.541 cuervos, grajos y chovas, 40 huevos y pollos de águila, 36 búhos reales, 1.479 culebras y 3.088 lagartos. Los resultados le parecían excelentes al autor del artículo: con tal matanza se habían evitado muchos daños a los cazadores.

Después de las largas décadas de desidia medioambiental, las secuelas se ven todavía por doquier, pese a los esfuerzos de los últimos veinticinco años. Y lamento decir que hasta en este periódico hemos visto últimamente, varias veces, reducirse al noble, abultado y poco confundible alcatraz, afectado por el fuel del Prestige, a la condición de mera "ave marina" innominada (me refiero a los pies de las fotografías).

Si no logramos que el mensaje del amor a la naturaleza, al medio ambiente, llegue a los niños hasta el punto de influir en su sensibilidad, de hacer que se sientan ellos también responsables de la conservación del entorno, nunca habrá un cambio profundo de actitudes. ¿Esta labor se está llevando a cabo en las escuelas andaluzas con la debida tenacidad e imaginación? Reconozco no tener la respuesta. Espero enterarme el jueves.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_