_
_
_
_
Reportaje:CATÁSTROFE ECOLÓGICA EN GALICIA | El naufragio desde dentro

"Estaba en el puente y oí una explosión"

Apostolos Mangouras cuenta sus maniobras para evitar el hundimiento del petrolero cargado de fuel

"Yo estaba en el puente de mando y oí un ruido muy grande, como si fuera una explosión. Eran las 15.10 del miércoles 13. Ni cinco minutos después, el buque empezó a escorarse. Fue entonces cuando lancé el primer mensaje de socorro. A las 15.20, la escora ya era de 25 ó 30 grados. La tripulación estaba muy asustada. Algunos de los hombres se pusieron a llorar".

El capitán del Prestige habla lentamente, haciendo pausas, sin afectación. Describe una situación terrible, vivida en primera persona hace sólo unas horas y, sin embargo, parece que está contando lo que le sucedió a otro hombre hace ya mucho tiempo.

Quizá tiene que ver en ello el cansancio, las 48 horas que permaneció al mando del petrolero desde que se produjo el accidente hasta que finalmente fue evacuado, o quizá su temple viene directamente de la experiencia.

"Cuando alguno de mis hombres se puso a llorar, supe que sólo complicarían las cosas"
"El barco se fue abriendo conforme el mar lo golpeaba, como si fuera un abrelatas"
Más información
España y Francia acuerdan controlar todos los barcos peligrosos que naveguen por sus aguas
Palacio propone primar la seguridad sobre la libertad de circulación
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Apostolos Mangouras, hijo de Ioannis y Athina, nació el 23 de enero de 1935 en la isla de Ikaria, al sur de Grecia, y antes de cumplir los 23 años ya estaba en el mar.

"Llevo 44 años embarcado y 32 de capitán. Mi licencia es la 6427/18758N, expedida en el Pireo el 14 de septiembre de 1970. He mandado petroleros más grandes que el Prestige. No tengo problemas físicos. No fumo ni bebo. Estoy casado y vivo en Atenas". Es parte de la declaración que realizó el capitán griego tras ser detenido por un presunto delito de desobediencia y que obra en poder del juez de instrucción de Corcubión (A Coruña).

Mangouras describe paso a paso qué fue lo que sucedió en el buque durante los primeros minutos, desde que un golpe de mar provocó un agujero en el costado de estribor hasta que la tripulación, compuesta por 22 filipinos y dos rumanos, fue evacuada a tierra.

"Lo primero que hice tras percatarme de que el buque había sido dañado fue lanzar un Distress [una petición de ayuda]. A continuación, bajé del puente de mando a la cubierta y ordené abrir el tanque de lastre, que iba vacío. Mi intención era llenarlo con agua del mar para equilibrar el buque".

Lo que se encontró, explica parte de la catástrofe. "Una vez allí abajo, comprobé que el golpe, además de abrir un agujero en el casco, había provocado que se abrieran dos ojos (dos tapas de registro) del tanque número cuatro de estribor y uno del tanque número dos del centro y...; y otro más, sí, el del tanque número cuatro de babor, así como tres del tanque de lastre...". ¿Qué quiere decir el capitán cuando habla de ojos abiertos? Toda esa parte de la declaración que así, transcrita literalmente, parece chino, tiene en cambio mucha importancia.

Lo que se encontró Apostolos Mangouras cuando llegó a cubierta fueron ríos de crudo que se escapaban al mar desde los tanques abiertos por el accidente, aprovechando el tobogán en que se había convertido el buque escorado a estribor, azotado por un fuerte aguacero y sacudido por olas de más de ocho metros.

Si el capitán no miente en esa primera parte de su declaración, la más técnica, la más extensa, ya se puede confirmar que el Prestige estuvo vertiendo crudo frente a Finisterre desde las 15.20 del miércoles 13.

"Todo lo que hice fue para remediar la escora y evitar la polución". Durante su declaración ante los investigadores y ante el juez de instrucción, el capitán dice alternativamente que ordenó parar los motores y que se pararon de forma automática. Es el único punto en el que parece contradecirse. Por lo demás, a Apostolos Mangouras, viejo lobo de mar, no se le escapa ninguna expresión gratuita, nada que pueda perjudicarle. Dice que en cuanto consiguió estabilizar el barco llenando de agua de mar los tanques de lastre regresó al puente de mando.

"Cuando el buque dejó de estar escorado, paré el motor. Una vibración excesiva, con tan mala mar, hubiera agrietado aún más el casco".

El capitán va contestando o saliéndose por la tangente, según los casos, a lo que le van preguntando los investigadores o el juez. Lo hace de forma escueta. Sin exponer teorías. Se ve que trabaja para sí mismo y sabe que todo lo que diga de más puede ser utilizado en su contra. Pero su declaración apoya a quienes creen que si el petrolero hubiera sido arrimado a tierra firme, jamás se hubiera partido en dos. "A las 16.50 cogí el teléfono vía satélite y hablé con los armadores". Desde ese momento, el capitán Mangouras pasa a ser una especie de capitán honorífico.

Hay documentos que lo atestiguan. Empezando por su propia declaración y terminando por los faxes que intercambiaron el armador griego y el Servicio de Salvamento Marítimo para ponerse de acuerdo sobre el precio del rescate.

Existe una comunicación, fechada a las 19.49 del miércoles, en la que Richard Janssen, representante de Smit Salvage, la empresa holandesa de salvamentos, le agradece al capitán Margretis, portavoz del armador, que los haya elegido a ellos para tratar de salvar el barco. Janseen escribe a Magretis: "Le solicitamos ahora que avisen a su capitán para que haga firme el remolque al Ría de Vigo en orden a comenzar con todo lo necesario".

Mangouras se hace el sordo cuando los investigadores le preguntan: "¿Por qué no colaboró usted con el Ría de Vigo cuando intentó remolcarle?". Habla de la mala mar, de que los mecanismos no funcionaron... Descarta que la descomposición del Prestige, el viejo petrolero cargado con 77.000 toneladas de un combustible negro y viscoso, se debiera a su mal estado.

"Si las planchas hubieran estado viejas, el barco se hubiera desmoronado, se hubiera caído a pedazos, pero se fue abriendo conforme el mar lo golpeaba, como si fuera un abrelatas".

El capitán griego no se refiere en ningún momento a un contenedor flotante o a un tronco a la deriva como los posibles causantes de la tragedia. Dice: "Hacía muy mal tiempo. Y por eso veníamos navegando a unos cinco o seis nudos...". Si todo está en orden, le preguntan los investigadores, ¿por qué cuando llegó a tierra y fue detenido, la Guardia Civil no encontró en su maletín de cuero el diario de navegación?

"No lo destruí, se lo entregué al segundo oficial cuando abandonó el buque a las 16.30. Lo hice para que no se perdiera".

Mangouras, aunque con aspecto cansado, recuerda fechas y horas con mucha exactitud. No declara en inglés. Lo hace en griego. Asistido por una intérprete residente en A Coruña que trata minuciosamente de trasladar al castellano las expresiones marineras del capitán.

Hay un momento en que los investigadores y la abogada que lo asiste se dan cuenta de que las últimas horas de Mangouras en el petrolero debieron ser duras. Su forma de comportarse les ha dicho que es un hombre altivo, huraño, distante, muy autoritario y hasta despectivo con los suyos. "Quise que los evacuaran porque cuando se pusieron a llorar supe que sólo podrían complicar las cosas".

Sin embargo, todo su orgullo no tuvo más remedio que plegarse cuando los técnicos holandeses, contratados por el armador, subieron al barco. Por eso su declaración es tan prolija cuando se refiere a los primeros momentos del accidente y tan escueta cuando habla de sus últimas horas en el barco, sometido a una autoridad impuesta y llegada en helicóptero. "¿Dónde estaba usted cuando el remolcador...?", le preguntaron. "En mi camarote, descansando".

Apostolos Mangouras seguía anoche preso en la cárcel de Teixeiro, a la espera de que el armador pague los tres millones de euros de la fianza (500 millones de pesetas) o que su abogado le consiga la libertad.

Apostolos Mangouras, capitán del <b></b><i>Prestige,</i> el día en que fue detenido.
Apostolos Mangouras, capitán del Prestige, el día en que fue detenido.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_