La Casa Blanca minimiza la conexión saudí con el 11-S
La esposa del embajador de Riad enviaba fondos a una pareja relacionada con Al Qaeda
El Gobierno de George W. Bush, receloso de relación personal y diplomática con Arabia Saudí, ha tratado de restar importancia a una trama financiera que vincula a este país con algunos terroristas del 11-S. El Gobierno de Riad ha reconocido que la esposa de su embajador en Washington -amigo personal y antiguo socio de los Bush- regaló generosas sumas de dinero a una mujer de San Diego, pero ha negado que ese dinero acabara en manos de dos de los terroristas que estrellaron un avión contra el Pentágono.
La Casa Blanca también defiende la investigación del FBI frente a las críticas en el Congreso. Dicha investigación, adelantada por la revista Newsweek en su edición de hoy, permite vincular a la familia real saudí con dos de los terroristas que perpetraron los atentados del 11-S. Lamentablemente para Bush, la conexión financiera pasa por una persona que figura en su lista de amistades personales: la princesa Haifa al Faisal, esposa del embajador saudí en Washington, Bandar Bin Sultan.
Al Faisal ponía su firma en cheques abultados que enviaba cada mes a una mujer de San Diego en forma de donaciones de caridad para el tratamiento médico de su marido, supuestamente afectado por un problema de tiroides. El marido, Osama Bassnan, es un saudí que simpatiza con Al Qaeda; después del 11-S solía recordar con pasión "ese día glorioso y maravilloso" gracias a "unos pocos héroes", en referencia a los autores de los atentados. El dinero acababa siempre en manos de otro saudí llamado Omar al Bayoumi.
Bassnan era amigo de al Bayoumi, que recibió en el aeropuerto de San Diego a varios de los terroristas cuando llegaron a EE UU y gastó una fortuna en proporcionarles una estancia cómoda: pagó sus facturas de alquiler y les ayudó a encontrar una escuela de aviación en la que adiestrarse como pilotos. La pista de Al Bayoumi, a quien la comunidad islámica de esa ciudad californiana tenía por espía del Gobierno saudí, se pierde en los meses anteriores a los atentados, aunque se sospecha que está de vuelta en su país.
En cambio, Bassnan fue expulsado de EE UU por problemas de inmigración, que en realidad escondían sospechas no demostradas de su vinculación con los terroristas. En un giro de la historia que puede acabar siendo bochornoso para Bush, Bassnan reapareció en Tejas en abril de este año como miembro de la extensa comitiva que acompañaba al príncipe saudí Abdulá en una visita privada al rancho del presidente. Para comprometer más la situación, el embajador de Arabia Saudí en Washington también es asiduo en el rancho de Tejas no sólo por su cargo, sino por negocios petroleros del pasado con la familia Bush.
El informe preliminar de la comisión del Senado y la Cámara de Representantes que investiga la trama del 11-S acusa al FBI y la CIA de no profundizar en la pista saudí. Dan Barlett, portavoz de la Casa Blanca, negó ayer esa acusación: "Como todo el mundo sabe, es muy difícil investigar la financiación de las redes terroristas porque suele hacerse con dinero en metálico. No estoy de acuerdo con la afirmación de que no se ha investigado a fondo".
Un consejero de política exterior del príncipe Abdulá también ha negado que el dinero de su Gobierno acabase en manos de los terroristas. Según Abdel al Jubeir, el FBI investigó esas acusaciones "hace siete u ocho meses, y no hay pruebas de ningún tipo". Varios congresistas y senadores pidieron ayer una investigación sin miramientos: "Si afecta a la familia real, hay que desvelarlo", dijo Richard Shelby, senador republicano en la comisión de inteligencia. Quince de los 19 secuestradores del 11-S eran ciudadanos saudíes.
[Un abogado de familiares de las víctimas del 11-S denunció ayer que la esposa del embajador saudí alojó en uno de sus apartamentos en EE UU a miembros de una célula de Al Qaeda, informa France Presse].
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