Carta abierta a Trinidad Amorós

Estimada Sra. Amorós, es verdad que "Los avestruces acostumbran a esconder la cabeza ante un peligro inminente...", esto es un hecho que parece ser cierto en el caso de los avestruces (según su docta opinión), pero también, no es menos cierto, que los demócratas acostumbran y acostumbramos a verificar las informaciones recibidas, sobre todo aquellas que, por sus características, pueden atentar al honor, al derecho a la imagen y la presunción de inocencia de las personas. Derechos éstos reconocidos, como usted debe saber, por nuestra Constitución.

He leído con gran interés su escrito de opinión en el cual refleja las preguntas que ha dirigido al Honorable Conseller Tarancón. Con su publicación evidencia cuáles son sus verdaderas intenciones. En su intento de desprestigiar al Gobierno de la Generalitat, no le importa caer en una situación de injerencia en asuntos universitarios y, al mismo tiempo, desprestigiar a una Institución Pública y, con ello, hacer un daño irreparable a los alumnos. Para conseguir sus objetivos no duda en intentar contribuir al linchamiento moral de Natividad Navalón y de mi persona. Creo que a usted no le interesa conocer la veracidad de los hechos que se nos imputa (dado que no le hubiese significado ningún esfuerzo el solicitarnos información para verificar la verdad, o no, de lo imputado), sino más bien a usted le interesa instrumentalizar políticamente un conflicto absurdo en aras de sus propios intereses, para lo cual usted ha hecho suyas las falsedades y calumnias que éstos/sus "compañeros" escribieron en su día.

No quería escribirle para no darle gusto de que lea todo lo que opino de su comportamiento, que algunos pudieran considerar como de una Torquemada machista y, sobre todo, por no caer en la trampa de esa burda provocación e instrumentalización partidista de un tema estrictamente universitario, dentro del ámbito de lo que se denomina autonomía universitaria. Pero también es verdad que hay mucha gente que me conoce y a ellos, así como a aquellas personas que sin conocerme pueden llevarse, gracias a usted y a sus informantes, una falsa imagen de mi persona quiero decirles que no se preocupen, que lo que dice la Sra. Amorós hay que leerlo en una triple lectura electoralista (elecciones a Rector, elecciones a Decano y, sobre todo, a elecciones a la Generalitat).

Doña Trinidad, le agradezco el interés que tiene por el Proyecto de Altea, y sobre todo quiero agradecerle, agradecerle profundamente que con su intervención en este circo cainita nos haya dado la clave para que podamos comprender la serie de acontecimientos y comportamientos que se habían producido últimamente en nuestra Facultad. Situaciones provocadas por éstos/sus "compañeros" y solamente comprensibles bajo el punto de vista de una concepción de la vida en la que parece que todo vale con tal de conseguir sus objetivos. Recuerdo una famosa frase de un dirigente de su partido: "No importa el color del gato con tal de que cace ratones". Y lo que es cierto en el campo de los felinos domésticos, llevado al terreno de las relaciones sociales genera comportamientos dudosamente aceptables bajo el punto de vista de una ética democrática.

Y, finalmente, solo quería decirle lo siguiente: no entiendo su referencia y fijación respecto al tema del parentesco de Dña. Natividad Navalón, sopena que usted ignore absolutamente su currículo (le recomiendo que se lo estudie) y que, asimismo, en su ambiente, sea práctica habitual el primar las relaciones de parentesco como primer criterio de valoración positiva a la hora de la toma de decisiones respecto a los puestos de responsabilidad. En la universidad española y en nuestra universidad, la Miguel Hernández, los criterios a valorar en las tomas de decisiones para efectuar nombramientos son los curriculares y los de capacidad profesional, los criterios de parentesco, cuando se tienen en cuenta, funcionan (injustamente) en todos los casos como discriminación negativa.

Atentamente.

Ramón de Soto es decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández.