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LA NUEVA OTAN

Bush mantiene la frialdad con Schröder

Carlos Yárnoz

Que Washington está más que molesto con Berlín por el rechazo alemán a participar en una posible guerra contra Irak era evidente, pero que el presidente estadounidense, George W. Bush, haya querido dejarlo tan claro en Praga no estaba previsto. Al contrario, la opinión generalizada en los días previos a la cumbre de la OTAN era que Bush y el canciller Gerhard Schröder se harían una foto juntos en el curso de una entrevista bilateral en la capital checa a modo de pipa de la paz. Al final hubo foto durante un encuentro casual entre los dos mandatarios, pero no entrevista bilateral entre ambos.

Bush, que sí ha visto estos días a los líderes de Turquía, República Checa, Francia y Reino Unido, dijo ayer que simplemente había tenido "un saludo cordial" con el canciller, al parecer en un pasillo cuando todos los dirigentes de la OTAN iban a cenar. Y anoche no estaba previsto encuentro entre ambos, a pesar de que el reciente, nuevo y explícito apoyo de Schröder al ingreso de Turquía en la UE ha sido interpretado como un gesto del canciller hacia Washington. Pero no parece ser suficiente.

En plena cumbre aliada, al afirmar ayer con rotundidad el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, que Alemania no participará en la posible guerra con Irak ha agravado posiblemente la situación. Y eso que un portavoz alemán dijo después que, ante la petición escrita estadounidense sobre qué puede aportar Berlín, el Gobierno tendrá en cuenta la legislación internacional y los compromisos vis a vis existentes en el seno de la OTAN, lo cual puede interpretarse como un mínimo resquicio para Washington.

La viva discusión que, minutos antes de empezar la cumbre, mantuvieron en la sala de reuniones Fischer y el ministro británico de Exteriores, Jack Straw, pudo tener relación también con la dura posición de Berlín ante Estados Unidos, aunque ninguno de los portavoces de los dos países aclararon de qué habían estado hablando porque, como señaló uno de ellos, "era una conversación privada".

Quienes sí intentaron ayer hacer las paces aprovechando su estancia en la capital checa fueron el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente francés, Jacques Chirac. Blair se enfadó tanto en la cumbre europea de Bruselas del mes pasado por el pacto franco-alemán adoptado a sus espaldas, que acabó provocando la suspensión de una cumbre franco-británica preparada para semanas después.

Schröder y Chirac no sólo pactaron la subsistencia de la Política Agrícola Común (PAC) que tanto molesta a Londres, sino que además el líder francés puso más que en duda la existencia en el futuro del cheque británico. La prensa de ambos países calentó al máximo el ambiente, pero ayer ambos quisieron posar sonrientes ante las cámaras. Es el estilo europeo.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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