Darío Villalba ingresa en Bellas Artes con una reflexión sobre el acto creativo
"El cuadro es el campo de batalla de mi alma", afirma el heterodoxo y radical artista
"Soy un artista anclado en la modernidad y llevo batallando con las vanguardias más de cuarenta años", comentó ayer Darío Villalba(San Sebastián, 1939) unas horas antes de ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. "Cuando un lenguaje, con sus fonemas y sus morfemas, se ha agotado, siempre termina por surgir otro", dijo refiriéndose a una obra que nunca ha dejado de cuestionarse a sí misma. "Estoy muy alegre de entrar en la Academia y siento la máxima responsabilidad", añadió. Su discurso de ingreso fue contestado por Francisco Calvo Serraller.
"Siempre me he sentido agredido por el cuadro en blanco", afirmó Darío Villalba ayer, en conversación telefónica, unas horas antes de su ingreso en Bellas Artes. "Cómo resolver lo que quieres expresar frente a la transparencia del lienzo es un reto que me ha impulsado siempre a tratar de encontrar la máxima excelencia en todo lo que hago", dijo. "Soy un artista enérgico, radical, rebelde y que, con esas características, pueda ingresar en una institución como la Academia dice mucho de su flexibilidad y magnanimidad, de su talante abierto y de su liberalidad", añadió.
Villalba ingresó ayer como académico de número en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, con un discurso sobre el acto creativo, donde explicó que "la rebeldía no es necesaria para el acto creativo, aunque en mi caso, como en la de muchos otros creadores, sí fue y es la opción elegida".
Conocido por sus figuras en cápsulas de metacrilato y la integración de fotografía y pintura, Darío Villalba ocupa el lugar del pintor Francisco Lozano, y su recuerdo estuvo en el comienzo del discurso de ingreso, titulado En torno al acto creativo: nuevas reflexiones. También elogió a Joaquín Vaquero, Rafael Canogar y Francisco Calvo Serraller, que presentaron su candidatura a la academia. En esta institución ingresó su abuelo, el arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta, en 1932, y en los años cincuenta se formó Villalba en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Nuevo academicismo
Villalba hizo en su discurso alusiones a la revisión de los términos "académico" y "arte académico", ya que "con el pensamiento débil posmoderno se ha creado un nuevo arte verdaderamente académico, con camuflaje de modernidad, y aun sin desmerecer ciertos logros, se ha impuesto de forma rotunda como portavoz de lo actual".
De una generación artística posterior a los grupos El Paso y Dau al Set, Villalba dio cuenta de su empleo de la fotografía, "sin apenas manipulación", desde hace 35 años, como soporte de su obra al mismo vivel que la pintura. "El cuadro, instalación, montaje, debe ser rotundamente autoexplicativo y el adorno con palabras no aporta nada a la presencia última de la obra. Ante las imágenes del 11 de septiembre, el arte espectáculo se ha terminado y difícilmente podemos ser impresionados por caballos colgando del techo u otros artilugios dirigidos a escandalizar nuestra retina".
La parte central del discurso estuvo dedicado al acto creativo, "la manifestación del espíritu más libre y enriquecedora", en clave autobiográfica, "anárquica y perversamente ingenua". "Mi vida artística, por las dos orillas del Atlántico, me hizo consciente desde muy joven de que había nacido dentro de una generación destinada no sólo a absorber sino también a rechazar, y mi misión era aceptar tradiciones aparentemente opuestas para unirlas en mi propio lenguaje".
Contó su encuentro con Andy Warhol en 1964, cuando quería hacer crisálidas de metacrilato, que el pintor definió como "pop soul". "Vi entonces que la instantánea fotográfica con su poder de congelación podría abrazar el espíritu totalizador de la pintura y que el cuadro es, tal vez, capaz de asumir mayor armonía, discordia, tensión o transgresión que la propia realidad".
En su contestación, el académico Francisco Calvo Serraller se refirió a la generosidad e inconformismo de la vocación creadora de Villalba, como recordó en la trayectoria vital y artística del nuevo académico. "Su irse de España no fue ninguna fuga, sino propiamente una búsqueda. Se busca sienpre lo otro y para un artista español de aquellos años, lo otro era la vanguardia".
Calvo Serraller señaló que, en el vanguardista Nueva York, Villalba se hace más español que en ninguna parte. "No ha cejado en su lucha creadora. He dicho lucha y no trabajo, porque para Villalba crear es una agonía, una pugna, y lo es hacia sí mismo, cuando está encerrado en su taller con sus fantasmas, pero también hacia fuera, hacia los demás, hacia nosotros, a los que no nos deja de sorprender con cada una de sus nuevas etapas".
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