La tímida esperanza del 'veranito'
Mejora el creciento, la inflación, el desempleo, el ahorro y los ingresos fiscales
Comienza el invierno austral, pero sigue la primavera. Es el llamado veranito económico de Argentina, en el que la economía dejó de caer después de cuatro años de contracciones y el peso frenó su devaluación, que acumulaba una pérdida del 72% desde enero. No está claro que el buen tiempo continúe. A este país aún le restan tareas por resolver: el acuerdo definitivo con el FMI y la reestructuración del sistema financiero, entre otras necesidades, para reactivar la economía.
El PIB argentino, que se derrumbó el 14,9% en el primer semestre del año, se reducirá el 7% en los últimos seis meses, según la predicción de la Fundación Mediterránea, identificada con el ex ministro de Economía Domingo Cavallo. A partir de mediados de año, el peso se ha estabilizado en 3,60 unidades por dólar (hasta enero estaban en paridad), los bancos han comenzado a recuperar depósitos, ha dejado de caer la producción industrial por la mejora de sectores dedicados a la exportación (que subió el 2% en septiembre) y la sustitución de importaciones, también se ha frenado la bajada del consumo de supermercados y servicios públicos, la construcción ha hallado su suelo, la inflación se ha contenido (-0,2% en octubre, en relación con septiembre, por la depresión de la demanda) y la recaudación de impuestos ha repuntado. El empleo viene bajando en Buenos Aires, pero crece de forma tenue en ciudades importantes, Rosario (este), Córdoba (centro) y Mendoza (oeste).
La explicación del 'veranito' argentino, una fase de bonanza económica en medio de la crisis, divide a los expertos
El Estado consiguió en octubre un 10% más de recursos que en septiembre por el efecto de la inflación en la recaudación del IVA y el nuevo impuesto a la exportación. Así se compensaron la caída de la actividad económica y el alza de la evasión fiscal. Los ahorradores dejaron de comprar dólares y etras del Banco Central (lebac), cuyos tipos de interés bajaron, y apostaron por los depósitos a plazo, que crecieron de 1.120 millones de pesos (311 millones de euros) a 14.732 millones de pesos (4.902 millones de euros). Los bancos recuperaron liquidez y la autoridad monetaria dejó de emitir pesos para asistirlos. Con disciplina fiscal y monetaria, el Banco Central de la República Argentina ha podido aprovechar para hacerse de divisas en el mercado de cambios y aumentaron sus reservas.
Los analistas disienten a la hora de encontrar el motivo del veranito: la disciplina económica que impuso Roberto Lavagna desde que asumió el cargo en abril pasado, la expectativa de que Argentina termine alcanzando un acuerdo con el FMI (frustrada, por el momento) o el anuncio de Duhalde de que abandonará el Gobierno en mayo próximo y no en diciembre de 2003. La Fundación Mediterránea, en cambio, lo adjudica al elevado stock de capital existente con tecnología moderna y a la habilidad de los empresas para moverse en escenarios caóticos. "La economía parece haber tocado fondo y ahora hay una oportunidad de salida por la exportación", afirma Paolo Rocca, director del grupo industrial Techint. En cambio, el presidente de la Asociación Empresarial Argentina (AEA), Luis Pagani, desconfía del veranito: "No podemos engañarnos pensando que la crisis ya pasó. Todavía faltan la negociación de las deudas pública y privada, la reestructuración bancaria y del mercado de capitales y el alza de tarifas de servicios públicos".
La consultora Broda & Asociados, una de las más utilizadas por los empresarios, advierte de que la suspensión de pagos con el Banco Mundial complicará la esperada reestructuración de la deuda pública, retrasará aún más el regreso de Argentina a los mercados de crédito externos, pondrá en duda el financiamiento de aquella entidad a los planes sociales del país, perjudicará la financiación exterior a los exportadores y generará volatilidad en el tipo de cambio. No obstante, aclara que la situación no empeorará tanto si Buenos Aires mantiene, pese a todo, el diálogo con el FMI.
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