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Israel reocupa Hebrón en represalia por los 12 muertos del viernes

"Destruiremos todas las estructuras de Hamás y Yihad", anuncia el jefe militar de la zona

El Ejército israelí tomó ayer Hebrón (130.000 habitantes), iniciando un minucioso rastreo, casa por casa, en búsqueda de militantes de los grupos palestinos Hamás y Yihad Islámica, supuestos responsables de la matanza del viernes en los alrededores de la Cueva de los Profetas, que se saldó con la muerte de nueve soldados y tres colonos israelíes. Tres militantes radicales palestinos fueron abatidos en las calles de la ciudad y más de medio centenar de vecinos detenidos. Las represalias no han hecho más que empezar.

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"Ha sido una dolorosa derrota militar. Hemos perdido a nueve de nuestros mejores soldados, entre ellos el coronel responsable de la zona, Dror Weinberg, un militar competente, mi amigo. Pero también a tres civiles, entre ellos el jefe de seguridad de la comunidad [colonia] de Kiryat Arba, Isaac Boanish, un hombre valiente", aseguraba ayer al mediodía el coronel israelí Noam Pibon, nuevo jefe militar de la zona de Hebrón. "Ante esta situación sólo me cabe anunciar que destruiremos todas las estructuras de Hamás y Yihad Islámica en Hebrón", añadió Pibon en una improvisada conferencia de prensa celebrada al pie de un camino polvoriento, a medio trayecto entre el asentamiento de Kiryat Arba y la Cueva de los Profetas, a escasos metros de donde el viernes se produjo la matanza.

Las palabras del coronel Pibon habían empezado a hacerse realidad mucho antes de que las pronunciara, cuando los hombres de la Brigada Nahal, una de las mas laureadas del Ejército israelí, iniciaron un rastreo minucioso por la ciudad, puerta por puerta, tratando de localizar a cada uno de los militantes de las organizaciones fundamentalistas palestinas, para después vendarles los ojos, maniatarlos, llevarlos hacia un enorme autobús de transporte público y conducirlos a un destino desconocido, seguramente una base militar, para ser sometidos a interrogatorio.

Hebrón se despertó así ayer atemorizada, mientras sobre el asfalto permanecían aún los cadáveres de tres militantes palestinos, abatidos por los soldados la noche anterior, durante las operaciones de rastreo. Un grupo de mujeres y niños merodeaban por encima de las ruinas de cuatro casas que las excavadoras del Ejército habían destruido como venganza por haber servido de parapeto a los francotiradores que efectuaron la emboscada. Entre las rendijas de los bloques de cemento rescataban algunas pertenencias: una manta, un colchón, un zapato de niño.

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El resto de la ciudad optaba por recluirse voluntariamente en sus casas, aunque también se decretó el toque de queda. Apenas se veían vehículos circulando por las calles, a pesar de que el sábado es el primer día de la semana en Israel y de que en esta época del mes sagrado musulmán de Ramadán el mercado central de Hebrón suele ser uno de los más concurridos de la región. Algunos grupos reducidos de adolescentes oteaban desde las esquinas el horizonte, con la esperanza de vislumbrar los carros de combate o los vehículos blindados, para después correr y esconderse en los portales oscuros de sus casas. Hebrón ni siquiera se atrevía ayer a asomarse a las ventanas.

La ira de los colonos se yuxtapone a la de los soldados israelíes. Las comunidades judías de los asentamientos de la región de Hebrón han anunciado que se sumarán también a las operaciones de represalia contra los palestinos. Aseguran que nadie los parará ya que ellos tienen también derecho a la venganza. Lo afirmaba ayer así un joven iracundo, de 19 años, oriundo de Nueva York, militar profesional, convertido en las últimas horas en miembro de la milicia popular colona, mientras se colocaba a la espalda un fusil ametrallador M-16, y en el bolsillo trasero de su pantalón, un cargador lleno de balas. Aseguraba llamarse Jonathan Stern.

"Nadie nos puede detener", insistía Jonathan, torturado por el dolor que le produjo haber visto morir a un amigo la noche anterior. Junto a él, como respaldándole, se han ido reuniendo otros jóvenes. Todos con la camisa blanca impecable, el pantalón negro, el arma preparada y la cabeza cubierta con la kipá. Nadie sabe cuándo van actuar. Ellos tampoco. Esperan, en primer lugar, la reacción oficial del Gobierno de Ariel Sharon, que anoche estaba reunido sopesando una respuesta mucho más amplia.

Un soldado israelí vigila a dos palestinos detenidos ayer en Hebrón.
Un soldado israelí vigila a dos palestinos detenidos ayer en Hebrón.REUTERS

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