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Reportaje:

Bernarda Alba se llama Al-Mina

La directora sudanesa que hizo una versión del drama de Lorca reafirma la vigencia del poeta

Al-Mina bint Masaad. Así es como se llama Bernarda Alba en Sudán. En el país africano, las protagonistas del drama de Federico García Lorca no son del sur andaluz, sino de una aldea cualquiera de los alrededores de Jartún. Son musulmanas, hablan en árabe y llevan velo. Pero sufren de la misma tragedia -la represión de los instintos sexuales, el encierro, la soledad y la maledicencia- que sufrían las mujeres españolas de los años treinta. Así lo vio hace años la directora de cine y de teatro sudanesa Tumadir Gibreel, de 48 años, que hizo una versión teatral de La casa de Bernarda Alba de enorme éxito en Sudán: Bet bit Al-mina bint Masaad. Gibreel, que estos días participa en Granada en un congreso sobre mujeres africanas, es rotunda: "Lorca es quien mejor ha comprendido a las mujeres de todo el mundo".

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Las mujeres, en silencio

La obra se estrenó en Jartún, la capital sudanesa, en 1988, con un éxito clamoroso. Gibreel había adaptado a las condiciones y las tradiciones de Sudán el drama lorquiano. "La sociedad española de los años treinta", explica Gibreel, "es exactamente igual a la que Sudán vive hoy, y Lorca supo entender en su tiempo los sentimientos más íntimos de la mujer, sobre todo de la mujer privada de libertad, oprimida por las tradiciones y las costumbres, una mujer que necesita expresarse psicológica y físicamente. A veces creo que Lorca era una mujer por su forma de escribir".

Como Lorca, cuatro años después del estreno de la obra, Tumadir Gibreel sufrió la represión. Sus obras fueron prohibidas en los teatros, fue detenida e interrogada por sus escritos, especialmente por su montaje Pensamientos prohibidos. Tras su detención, consiguió escapar a Estados Unidos, en donde continúa escribiendo y dirigiendo obras teatrales.

"Como las mujeres de Lorca, las mujeres sudanesas tenemos una mirada muy crítica hacia la sociedad a pesar de sentirnos muy oprimidas", explica la directora, que ha visto cómo su país se ha ido desmoronando con la llegada del integrismo islámico al poder. "La unión de la religión con la política siempre trae problemas", comenta. "En Sudán, la mujer antes era el foco de la sociedad, la que impulsaba los cambios. Ahora la mujer está dentro de una lata, y esa lata está muy bien cerrada. Las mujeres nos movemos ahora entre dos mundos: el de nuestra capacidad intelectual y artística, y entre la tradición y la pobreza".

Tumadir Gibreel se emocionó hace unos días cuando visitó la Huerta de San Vicente, la casa de García Lorca en la que el poeta escribió prácticamente todos sus dramas. "Es un poeta impresionante porque puede ser entendido por la gente sencilla de todo el mundo, sea del país que sea. Ha sido capaz de construir nuevos mitos que todo el mundo comprende", afirma. "Recuerdo que cuando hicimos La casa de Bernarda Alba, la gente creía que se trataba de una obra sudanesa".

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