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XVI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

Férreo control de los medios de información

En el centro de prensa que las autoridades chinas pusieron a disposición de los 1.400 periodistas acreditados para cubrir el congreso, que finalizó el pasado jueves, una pancarta roja recibía a los visitantes: 'Bienvenidos todos los periodistas de casa y extranjeros que van a cubrir el XVI Congreso Nacional del Partido Comunista de China'.

Sin embargo, para algunos profesionales de medios como la CNN, la BBC u otras cadenas de televisión, el saludo se ha quedado en eso. Las señales de sus programas, visibles en los hoteles y edificios para extranjeros, han sido interrumpidas en varias ocasiones cuando trataban cuestiones consideradas sensibles, como son el movimiento de inspiración budista Falun Gong, la independencia de Tibet y las manifestaciones de los despedidos de las empresas estatales en reconversión.

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El departamento de propaganda del partido se encarga de imponer a los medios chinos qué puede y qué no puede hacerse público. Y a quien se salte las normas puede salirle caro. En 1992, un periódico de Hong Kong publicó una semana antes el discurso que el presidente chino, Jiang Zemin, debía pronunciar ante los delegados del XIV Congreso del Partido. Wu Shisen, un editor de la agencia oficial Nueva China, fue condenado a cadena perpetua por vender secretos de Estado.

La situación hoy no ha mejorado mucho. Antes de que comenzara el recién finalizado cónclave, el departamento de propaganda emitió una circular a los reporteros y editores de periódicos, radio y televisión advirtiéndoles de que no filtraran secretos, diseminaran rumores políticos o 'afearan' a los líderes. El edicto amenazaba con la cárcel. En China hay 2.000 periódicos, 8.000 revistas, 360 cadenas de televisión y 300 radios, y 88 millones de hogares reciben televisión por cable.

Las cadenas extranjeras que tienen licencia para mostrar sus programas deben utilizar el satélite Sinosat, lo que permite al Gobierno cortar la señal a su antojo.

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