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Columna
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'U' o 'Z vasca'. Miseria de ciudad

¿Se dan cuenta de que llevamos tiempo y tiempo discutiendo sobre el sexo de los ángeles; que nuestra plaza pública es un auténtico guirigay sin sentido? Pongamos por caso el debate sobre el qué, cuál o cómo se da el 'ámbito vasco de decisión', del cuándo y cómo toma 'cuerpo' y habita entre nosotros. ¿Existía antes o después de Túbal -va de retro-? ¿Deberá llamarse Euskadi, Euskal Herria o Vasconia? Y, claro, ¿quién es vasco según esto?, pregunta metafísica donde las haya (y envenenada). O hay quien polemiza con la idea de que el español es 'el idioma del liberalismo'. (Lo dijo Arana, pensando en el idioma del demonio.) Y remata: 'Es lo más hermoso que se ha dicho de nuestra lengua'. (Lo dice, con alevosía, por ser catedrático de Historia, alguien que cree que el nacionalismo español es liberal. No cuentan, al parecer, ni Carlos VII ni Franco). Es el castellano la lengua de Cervantes y de Pemán, al mismo tiempo; como el euskera lo ha sido de Gabriel Aresti o del filonazi Jon Mirande. Ridículo.

El cratilismo de las ¿lenguas con ideología? Valiente disparate. Otros, aún, dudan sobre si el euskera es una lengua útil en una sociedad moderna. O puede uno preguntarse sobre si habla el señor lehendakari de un Estado libre asociado o de un pacto de libre asociación (duda que se le ocurrió solito al propio proponente). ¿De qué habla usted, de burros o de asnos?, se preguntan los más sensatos. Y otra de la misma casa: 'A más autonomía, más prosperidad', así, a pelo (© Juanjo Ibarretxe). ¿Debe entenderse que en los 1960 hubo mucha 'autonomía' por aquí? Porque prosperidad sí que hubo. También por entonces, como se sabe -o se sufrió-, una atroz falta de libertad. Especialmente acercándonos a los setenta, con los gobiernos de Carrero Blanco. En fin, cosas así. Discusiones absurdas e inútiles que nos ocupan todo el tiempo que no le dedicamos a la buzkantza o a los perretxikos.

La cosa ésta de la nadería elevada a categoría resulta tan grotesca, que, tras años hablando de la Y vasca, con propuestas consolidadas de trazado y a punto de adjudicar alguna de sus partes (¡era hora ya!), sale uno de los partidos ¡de Gobierno! proponiendo una U vasca. (Los inefables de IU.) Faltaba ésa en el alfabeto. Hace un tiempo, en plena armonía nacionalista, con ETA en 'tregua', Los Louviers hacían en ETB nuestras delicias con una parodia de un hipotético Consejo de Gobierno vasco. El PNV, sensato, proponía la Y. EA le enmendaba, como debe, proponiendo la O vasca: Bilbo-Donostia-Iruña-Gasteiz-Bilbo. Y lo repetía como en una rueda o torniquete. Hasta que la entonces HB daba con la solución definitiva: la Z vasca, decía, ésa sí es Vasca: Bilbo-Donostia-Gasteiz-Iruña; la Y, es griega, etcétera. Risas. Una ocurrencia divertida.

Lo que entonces era una parodia disparatada, se ha hecho realidad y habita entre nosotros. ¿Acaso nos ha mirado un tuerto? Recuerdo la escena final del El gran Lebowski, (1997, Coen). El ex combatiente de Vietnam arroja las cenizas de su amigo muerto al mar. Se las devuelve la brisa (asqueroso, deprimente). Pero el 'ex' sigue hablando de 'la cota 614, que tomamos...'. 'Maldito seas Walther', dice El Nota, protagonista, pasota y con la sabiduría del superviviente. 'Acabas convirtiendo todo en un parodia, tío'. Pero ellos tienen una escapatoria: 'Lo siento Nota', le dice Walther. 'Vamos a la bolera'. Nosotros no tenemos bolera a la que ir.

La articulación de las tres capitales vascas (con prolongaciones posibles hacia Santander, Logroño o Pamplona) es algo crucial, que urge, y por lo que abogamos tiempo ha unos cuantos (Ciudad Vasca, Euskal Hiria, etcétera). Resulta perentorio. La movilidad y la comunicación rápida son factores de crecimiento en la Europa de la ciudades que viene. Unos buenos servicios urbanos multiplican las posibilidades de éstas. Necesitamos volumen de mercado, un gradiente de población, nivel de actividad económica y capacidad de consumo. Saber que podemos bañarnos en la Concha, acudir a la ópera en Euskalduna y volver a dormir en Murguía, donde vivimos.

Esto es esencial en la Ciudad Vasca. Esto y ponernos a disposición de una red europea de comunicación rápida. Para ello es vital la Y vasca. Cualquier apuesta seria por ella es labrar futuro. Lo demás, es sexo de los ángeles.

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