Saludo del Rey

Cuando los miembros del Foro Iberoamérica me pidieron que les acompañase en la apertura de ésta su tercera reunión, acepté con mucho gusto su invitación.

En primer lugar, porque sabéis que para la Corona de España todo cuanto sucede en el ámbito de la Comunidad Iberoamericana de Naciones tiene un significado y una importancia singulares.

Y también porque este encuentro, cuya feliz existencia se debe a la iniciativa del ilustre escritor Carlos Fuentes y del emprendedor Ricardo Esteves, constituye una excelente aportación al desarrollo de esas relaciones.

Tanto por su composición, y los temas que en él se debaten, cuanto por la cordialidad y pluralismo, e informalidad también, que sus reuniones poseen, y que presta a sus discusiones sinceridad y transparencia.

Vivimos tiempos difíciles, especialmente en muchos de los países desde los que venís a Toledo para asistir a esta reunión. La crisis económica generalizada, y la amenaza del terrorismo global, requieren respuestas precisas, y líderes capaces de imaginarlas, proponerlas y desarrollarlas.

Por vuestra enorme responsabilidad e influencia en cada uno de los campos en los que personal y profesionalmente os movéis, de vosotros depende, en gran medida, la solución a los problemas e interrogantes que la actualidad nos plantea.

Este foro busca favorecer la relación y el diálogo entre diversos sectores sociales que representáis: el mundo empresarial, el intelectual y la clase política. Por eso esta iniciativa me parece tan acertada como necesaria.

Dentro de diez días estaré en México para asistir, entre otras actividades, a la inauguración de la Academia de la Lengua de un país que es, con mucho, el primero del mundo en número de hispanohablantes.

Antes acudiré a la República Dominicana para estar presente en los trabajos de la Cumbre Anual Iberoamericana.

Allí los representantes de las naciones de habla y cultura portuguesa y española tendremos ocasión de debatir problemas comunes y estudiar las soluciones más adecuadas para resolverlos.

Creo que las opiniones y recomendaciones que afloren en la reunión que hoy inauguramos pueden ser de gran utilidad en las deliberaciones que allí tengan lugar.

Quiero, por tanto, agradecer vivamente, en nombre de España y en el mío propio, el esfuerzo que los miembros del Foro y sus invitados a este encuentro van a realizar estos días.

Estoy seguro de que vais a procurarnos, con vuestra bien probada capacidad y experiencia, una madura reflexión sobre cuestiones vitales de un presente y un porvenir que a todos nos atañe.

Muchas gracias.