_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El triunfo de los 'halcones'

George Bush tiene muy mala prensa en Europa, y en muchas regiones del mundo su imagen simboliza todo lo más odiado. Pero donde realmente importa, en Estados Unidos, Bush ha demostrado ahora que su popularidad es arrolladora. La victoria de los republicanos no deja lugar a dudas por mucho que aleguen ahora algunos la baja participación electoral o su enorme ventaja en la captación de fondos debida a su íntima relación y cooperación con las grandes corporaciones que tantos favores le deben y tanto se prometen de los planes del presidente para un futuro cercano.

El caso es que no corren buenos tiempos para los matices, y los demócratas no tenían siquiera un líder y un mensaje sólido para contrarrestar tanta contundencia. La crisis en que se ha hundido la economía norteamericana con Bush tras los florecientes años de crecimiento con Bill Clinton no ha alcanzado el suficiente dramatismo como para disputar el puesto de máxima preocupación a la lucha contra el terrorismo y una inseguridad cuya percepción por parte de la sociedad tan efectivamente ha sabido generar la actual Administración.

Pero hay un pequeño lugar en el mundo donde la popularidad de Bush es incluso mayor que entre los ciudadanos del imperio. Está a miles de kilómetros de sus costas y se llama Israel. Allí los resultados norteamericanos han sido recibidos con entusiasmo, y no sólo por esos dos otros grandes halcones, Ariel Sharon y Benjamin Bibi Netanyahu, que se disputan ya encarnizadamente el derecho de dirigir el próximo Gobierno israelí, disfrutar de los réditos de una victoria sobre Irak que creen segura y rápida y aprovechar el momento para llevar a cabo 'de una vez por todas' la eliminación de su propio problema: los palestinos que viven en Cisjordania y Gaza. Nada más jurar el cargo de ministro de Exteriores en el Gobierno interino, Bibi anunció que bajo él jamás habrá un Estado palestino, y prometió una política de represión más contundente que la de su primer ministro y rival en el Likud. Como Bush, el vencedor de estos halcones se enfrentará a un Partido Laborista dividido y acomplejado por su complicidad con Sharon hasta hace unos días y sin liderazgo definido. En Israel se barajan dos escenarios para después de la victoria de Estados Unidos en Irak. Uno, temido por muchos, es que Bush intente apagar el incendio en el mundo árabe imponiendo una rápida creación del Estado palestino. Otros halcones son más optimistas y creen que, tras la guerra, Bush buscará otro enemigo para ir preparando el ambiente para su reelección en 2004. En todo ese tiempo de confusión internacional algunos ven la gran oportunidad de proceder a la deportación masiva de palestinos a países vecinos árabes en un llamado transfer cada vez más popular. Dada la magnitud del conflicto en toda la región, dicen, limpiar Gaza y Cisjordania de palestinos 'apenas se notaría'. Bush ya no tiene frenos internos. Da tanto miedo como saber que pronto Bibi Netanyahu puede tener las manos totalmente libres.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_