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Dos muertos y dos heridos por dos bombas en Pontevedra

Interior ignora el móvil y tan sólo confirma que los artefactos 'son obra de la misma mano'

Dos familias de apariencia normal, sin relaciones conocidas entre sí y libres de toda sospecha para vecinos, amigos y compañeros de trabajo, hicieron el mismo descubrimiento al salir ayer por la mañana de sus domicilios, ambos en el extrarradio de Vigo: una bolsa negra abandonada junto a la puerta, que explotó en cuanto la cogieron. Un matrimonio murió en el acto en una de las explosiones. En la otra, resultaron heridos de gravedad un hombre y su hijo de 12 años. Las bolsas negras contenían un artefacto explosivo de fabricación casera y un enrevesado enigma para la policía. Las autoridades sólo se atreven a confirmar con cierta seguridad que no se trata de un acto de algún grupo terrorista y que los dos artefactos son obra de la misma mano.

El explosivo disponía de un ingenioso mecanismo para hacer el mayor daño posible
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Las bombas estaban compuestas de pólvora prensada y, aunque rudimentarias, disponían de un ingenioso mecanismo preparado para hacer el mayor daño posible, según explicaron fuentes de la investigación, encargada por Interior a expertos de la Policía Judicial y de la Policía Científica.

En el interior de cada una de las dos bolsas, envuelto en papeles de periódico, había un tubo de unos treinta centímetros de longitud relleno de pólvora prensada con trozos de hormigón y piezas de hierro para que actuasen a modo de metralla.

Los tubos se accionaban con un sistema de detonación listo para activarse al primer movimiento. Las bolsas pudieron ser abandonadas con facilidad durante la noche, porque estaban a la entrada de las fincas donde tenían sus casas las dos familias.

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Cerca de las ocho de la mañana, Luis Ferreira Pérez, de 43 años, apoderado del Citybank en Vigo, se disponía a salir con su hijo Óscar, de 12, de la casa donde residen, en el lugar de Carballal, en el barrio vigués de Cabral.

Se trata de una zona de viviendas unifamiliares, rodeada de bosque y semirrural, muy típica de la periferia de Vigo. El niño fue el primero que vio una extraña bolsa de basura a la entrada de la finca. Cuando la cogió para dársela a su padre, el paquete explotó.

Ataque de nervios

En ese momento se encontraban en el interior de la casa la esposa de Luis Ferreira y la otra hija del matrimonio. Ferreira y su hijo permanecen ingresados en estado grave en el hospital Meixoeiro de Vigo, donde trabaja de enfermera su mujer, que también tuvo que ser atendida por un ataque de nervios.

El más grave es el niño, que tiene un traumatismo en el abdomen con estallido intestinal y una herida penetrante en la córnea del ojo izquierdo. Su padre sufrió sobre todos los efectos de la metralla, que le fracturó la tibia izquierda y se le alojó en ambas piernas.

Una hora y cuarto después de la explosión de Cabral y a unos tres kilómetros de distancia, también salían de casa Vicente Lemos Haya, de 51 años, jefe de producción en la factoría de Pescanova en Vigo, y su esposa, Rosa Gil, de 53, ama de casa.

El matrimonio, que tiene sólo un hijo, estudiante en Santiago, vivía en la parroquia de Vilar de Infesta, en el municipio de Redondela, en una zona muy similar a la de la explosión anterior. Como todos los días, Rosa iba a visitar a sus padres y esta vez le acompañaba su marido, que tenía turno de tarde en el trabajo.

Cuando ya habían arrancado el viejo Seat 600 amarillo que aún conducía la mujer, el hombre vio colgada una bolsa negra sobre uno de los hierros de la verja de entrada a la finca. Poco antes, había pasado por allí una vecina y también le llamó la atención aquel paquete inhabitual a la puerta de la casa.

Una fuerte detonación sembró la alarma en toda la zona. Los vecinos se echaron a la calle, temerosos de que hubiese explotado una bombona. Al llegar al domicilio de Vicente y Rosa encontraron un automóvil aún encendido y dos cadáveres tendidos sobre el suelo.

Desde ese momento, se puso en marcha una gran operación policial, en la que participan especialistas de diversos grupos. El propio director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, se desplazó ayer por la tarde a Vigo para visitar los lugares de los hechos y coordinar las investigaciones sobre el terreno.

Pero, de momento, las pistas son muy escasas. La policía no tiene indicios sobre cuál pudo ser el móvil y sólo se atreve a descartar el acto terrorista por el modo en que se prepararon las bombas y la nula relevancia pública de las víctimas.

La hipótesis de un ajuste de cuentas no se sostiene porque, después de registrar sus casas y sus archivos informáticos, no hay el menor indicio de que ninguna de las dos familias estuviese implicada en actividades ilegales. La mera mención a una posible venganza por un asunto de drogas despertó la indignación de los vecinos de las víctimas, que son unánimes al defender su honorabilidad.

Pescanova, la empresa donde trabajaba el fallecido Vicente Lemos, hizo público ayer un comunicado para subrayar que en los 14 años que llevaba en la empresa siempre mostró una 'total diligencia y dedicación'.

La policía tampoco ha encontrado la menor relación entre ambas familias, una impresión que corroboran sus vecinos y amigos. El delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa, declaró ayer tras conversar con el herido Luis Ferreira: 'Me ha asegurado que no conocía de nada al matrimonio fallecido y que jamás había recibido amenaza alguna'.

'Todas las hipótesis están abiertas', añadió Fernández de Mesa, una conclusión que suscriben todas las autoridades policiales.

El ministro del Interior, Ángel Acebes, se limitó a señalar: 'Hay que ser muy prudente cuando hay una acción de estas características. En estos momentos, la policía y los servicios de explosivos están investigando'.

Los cadáveres de Vicente Lemos y Rosa Gil yacen cubiertos en el suelo de Redondela (Pontevedra).
Los cadáveres de Vicente Lemos y Rosa Gil yacen cubiertos en el suelo de Redondela (Pontevedra).LALO R. VILLAR

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