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Dos viceministros de Rabat acusan a España de intrigar contra su país

Las denuncias brotan cuando se multiplican en Marruecos los escándalos de corrupción

Desde mediados de esta semana no ha habido día en que los principales diarios marroquíes no denunciasen, a veces con pelos y señales, la conspiración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el servicio secreto español, para desestabilizar su país. Los datos de esta supuesta conjura fueron suministrados el lunes pasado a periodistas de confianza por los secretarios de Estado de Exteriores, Taieb Fassi- Fihri, y de Interior, Fuad Alí Hima, según revelaron ayer los semanarios independientes marroquíes Le Journal, Demain y As Sahifa.

El relato de la confabulación sostiene que periodistas de medios españoles son agentes del CNI y que se desplazaron a Ceuta, el 23 de octubre, para presentar a colegas marroquíes al teniente Abdelilah Ichu, desertor del Ejército marroquí. En la ciudad autónoma estaba también la mujer del que fue presidente del banco público marroquí CIH dispuesta a entregar a la prensa documentos sobre el escándalo que afecta a esa entidad.

Las autoridades españolas no sólo se negaron a entregar a Marruecos a Ichu, exiliado en Zamora y solicitante de asilo político, sino que el CNI le ha manipulado, según las crónicas de la prensa marroquí. Le ha convertido así en el único integrante de un Comité de Oficiales Libres que el 15 de octubre publicó un comunicado pidiendo a Mohamed VI que erradicase la corrupción en las filas de sus fuerzas armadas.

Aunque la conspiración es, ante todo, española, también colaboran con el CNI algunos medios franceses como Le Monde, que publicó el comunicado del comité de oficiales, y el ex director en Rabat de la agencia France Presse. El comunicado fue, en realidad, redactado por militares destinados en el sur de Marruecos.

Ocho directores

Le Journal, Demain y As Sahifa revelaron ayer que estas averiguaciones sobre la maquinación española fueron proporcionadas, el lunes por la noche, a ocho directores de publicaciones marroquíes por los secretarios de Estado de Interior y Exteriores en el domicilio de este último. Ambos fueron nombrados por el rey y el primero de ellos fue incluso su jefe de gabinete antes de ser destinado a Interior. Este periódico, al que otras fuentes confirmaron la existencia de la reunión del lunes, ha intentado sin éxito recabar la versión de los viceministros sobre lo tratado en ese encuentro.

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La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, dejó entrever, el viernes en Mallorca, su disgusto por estas acusaciones contra el CNI y su director, Jorge Dezcallar, ex embajador en Rabat. 'Hemos leído las informaciones de la prensa [marroquí] sobre ese tema, pero los Gobiernos no comunican entre ellos a través de la prensa'. El Gobierno español no ha recibido 'ninguna comunicación, a través de ningún cauce', de las autoridades de Rabat.

La diplomacia española está nuevamente perpleja ante la oleada de denuncias formuladas a través de los periódicos marroquíes (Le Matin, Aujourd'hui Le Maroc, As Sabah, L'Opinion, Le Reporter, etcétera), que no dudan en citar a fuentes oficiales.

La primera explicación que evocan diplomáticos europeos en Rabat es que España sirve, una vez más, de chivo expiatorio de los problemas internos marroquíes. Además del banco CIH, han estallado escándalos sobre malversación de fondos en otras tres instituciones públicas, empezando por la Seguridad Social.

Las acusaciones contra el servicio secreto español brotan cuando se apreciaban algunos síntomas de distensión entre Madrid y Rabat. El presidente, José María Aznar, telefoneó a Driss Jettu para felicitarle por su nombramiento como primer ministro; Mohamed VI envió un cálido telegrama a don Juan Carlos el 12 de octubre y el presidente de la patronal CEOE, José María Cuevas, prepara para diciembre una gran visita empresarial a Marruecos.

La ministra de Exteriores, Ana Palacio, frente a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, en julio en Rabat.
La ministra de Exteriores, Ana Palacio, frente a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, en julio en Rabat.PABLO JULIÁ

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