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'Por los síntomas, es VX o BZ'

Ana Carbajosa

El gas que ha causado la muerte a al menos 115 rehenes del teatro moscovita y que mantiene a cientos hospitalizados, 45 de ellos en estado grave, es un gas neurotóxico, o gas nervioso, del grupo VX o BZ, según el director del Servicio de Información del Instituto Nacional de Toxicología, José Cabrera.

Se trata de un gas incoloro, inodoro e insípido capaz de actuar en menos de 20 segundos y que en altas dosis puede causar la muerte. 'Por los síntomas de los intoxicados que hemos visto en las imágenes de televisión podemos pensar que se trata de un gas VX o BZ. Este tipo de gases bloquean el sistema nervioso central, lo que produce una pérdida de consciencia inmediata, seguida de una parada cardiorrespiratoria', explica este experto en toxicología. En dosis leves estos gases sólo causan un periodo de inconsciencia de unas cuatro horas, tras las cuales la persona intoxicada despierta con náuseas y dolor de cabeza. Si la hipótesis del uso de los gases nerviosos fuera cierta, los oficiales rusos se habrían excedido en la cantidad de gas liberado por las rejillas de la ventilación y habrían provocado con ello la muerte de más de un centenar de personas.

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El gas no afectó a todos por igual. 'Depende de si los rehenes estaban sentados más o menos cerca de la salida del aire acondicionado, de si son mujeres u hombres (las mujeres tienen menos enzimas capaces de desintoxicar en el hígado), de la edad e incluso de la raza', explica el doctor. Los que se encuentran hospitalizados pero fuera de peligro podrían sufrir numerosas secuelas, sobre todo neurológicas y respiratorias.

Cabrera descarta que las tropas rusas utilizaran gas sarín para neutralizar a los rebeldes, una hipótesis defendida por algunos expertos. 'El sarín tiene efectos como el lagrimeo, dolor ocular, estornudos o tos muy violenta, y los rehenes no tuvieron esos síntomas. Además, el sarín no es tan fulminante'.

El jefe del servicio de toxicología coincide, sin embargo, con sus colegas en que una evacuación adecuada de los envenenados y la instalación de un hospital de campaña habría evitado muchas muertes. 'Algunos murieron en los autobuses que les llevaban a los hospitales porque en tres cuartos de hora da tiempo a que se pare el corazón y se encharquen los pulmones'. El número de fallecidos también hubiera sido mucho menor si en los hospitales hubieran tenido acceso a un antídoto adecuado.

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Cabrera asegura que hasta el momento los antídotos que se están aplicando en los hospitales rusos son los llamados antídotos sintomáticos; es decir, los que actúan sobre los síntomas del envenenamiento y no sobre la causa. El secretismo de las autoridades rusas, que se niegan a desvelar la composición exacta del gas, impide generar un antídoto específico.

Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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