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Pascal Quignard obtiene el Premio Goncourt rodeado de polémica

'Les ombres errantes' forma parte de un proyecto de más de 10 volúmenes

El Goncourt, el más preciado de los premios literarios franceses -tiene un importante efecto multiplicador de las ventas-, fue concedido ayer a Pascal Quignard (Verneuil, 1948) por su libro Les ombres errantes. Para la presidenta del jurado, Edmonde Charles-Roux, 'hemos escogido la perfección, sobre todo la del estilo'. Para Jorge Semprún, miembro del mismo jurado, el libro 'no es innovador, no abre ninguna vía literaria nueva. Es clásico, previsible y prolijo'.

Les ombres errantes es una novedad dentro del palmarés del Goncourt, pues no es una novela, ni un ensayo, ni unas memorias, ni un poema, ni un diario, sino un poco de todo ello. 'No voy a contracorriente de nada ni de nadie. Tan sólo me siento libre de hacer lo que me apetece', ha explicado Quignard.

La obra ganadora, Les ombres errantes, es la primera entrega de un proyecto que 'puede tener entre 10 y 15 volúmenes'. De momento los tres primeros ya están a la venta y forman parte de un ciclo llamado Dernier Royaume. Quignard, especialista en música barroca y gran latinista, ha sido profesor de universidad antes de convertirse, durante cuatro años, en secretario general del comité de lectura de la reputada editorial Gallimard.

El primer libro de Quignard es un ensayo sobre Sacher-Masoch; otro de los más apreciados de su obra es una reflexión sobre El sexo y el espanto o cómo el erotismo cambia con la reorganización imperial de Augusto (1969), pero el más popular es Tous les matins du monde (1991), porque fue llevado a la pantalla con éxito por Alain Corneau.

Desde hace ya ocho años Quignard vive retirado en un pueblecito lejos de París dedicado a leer y a escribir, a seguir el que él estima modelo de sabiduría de los antiguos. En Les ombres errantes escribe que 'vivimos en 1957. Una atmósfera de noche de Saint-Barthélemy recorre los suburbios. Las guerras de religión recomienzan. La democracia es una feroz religión protestante. El islam es una terrible religión sexual'. Y dice 'renovarse día a día en la necesidad de imitar la obra de los clásicos'.

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