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Reportaje:

China pone a prueba la tenacidad española

Entrar en el prometedor mercado chino requiere mucho dinero y esfuerzo a las empresas españolas

Fernando Gualdoni

'China será la segunda economía del mundo para 2025 y es muy importante que estemos aquí', dijo el vicepresidente segundo y ministro español de Economía, Rodrigo Rato, el lunes pasado ante casi un centenar de empresarios españoles reunidos con motivo del Encuentro Empresarial Hispano-Chino celebrado en Pekín. Pero 'estar en el mercado chino', con una presencia significativa por parte de las empresas españolas, requiere más esfuerzos, gastos, paciencia y estrategia que muchos otros países, según los empresarios que intentan desde hace años conseguir un jugoso contrato o entrar de lleno en ese mercado de 1.300 millones de habitantes.

'La clave para hacer negocios en China', comentaba un empresario español del sector de transportes, 'es venir la mayor cantidad de veces posible, hablar con los potenciales clientes, sea el Estado o una empresa privada. Pero, claro, llevo cuatro años viniendo, con todo el coste que eso representa, y todavía no hemos conseguido ni un acuerdo de intenciones', explicaba el empresario.

Pero, aunque los progresos son lentos, los hombres de negocios de España, tanto de la mediana como de la gran empresa, creen que vale la pena insistir en China, a pesar de que comporta riesgos, como es el férreo control por el Estado de la economía y una moneda fuera del mercado internacional.

Esta opinión es generalizada entre los empresarios españoles que conocen China y que saben que, además del obstáculo que supone el 'modo' chino de hacer negocios, está la dura competencia de los empresarios alemanes, franceses e italianos, que llevan más tiempo, han contado con un mayor apoyo de sus Gobiernos y han sido más agresivos.

La semana pasada, Rato entregó una carta en nombre del presidente del Gobierno español, José María Aznar, al primer ministro chino, Zhu Rongji, y a uno de los viceprimeros ministros, Wu Bangguo, en la que el Gobierno español se 'ofrecía a colaborar' en la puesta a punto de las infraestructuras y servicios con vistas a los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. El Ejecutivo chino tiene previsto invertir entre 28.000 y 30.000 millones de euros para preparar la capital para las Olimpiadas.

Escaso comercio

Desde que el Ejecutivo español puso en marcha el Plan Asia para ampliar la presencia española en la región hace dos años, las exportaciones españolas hacia China han conseguido un avance: de 442 millones de euros en 1999 hasta 636 millones en 2001. Las inversiones españolas en China registraron un insignificante récord de 34,1 millones de euros en 2000 y apenas llegaron a los 5,5 millones de euros el año pasado, debido a la crisis de la actividad económica y del comercio mundial.

El plan, en principio por dos años, se ampliará al menos por dos más, abarcará más sectores y se centrará en China. Después de todo, el gigante asiático concentrará la actividad de la zona y el comercio intrarregional en los próximos años. En el tercer trimestre de este año, la economía china creció un 8,1%, un ritmo que viene sosteniendo desde hace casi un decenio. Desde que Deng Xiaoping lanzó el proceso de Reforma y Apertura en 1978, la actividad ha crecido un 9% anual, según cifras oficiales. Aunque esto parece exagerado, basta echar un vistazo a las zonas céntricas de Pekín como la que rodea la peatonal de Wang Fu Jing, la amplísima avenida de Chang'an y todo lo que está dentro del anillo de Pekín para dar fe de aquello que decía la universal tira de Mafalda, que mientras nosotros (Occidente) dormimos, los chinos trabajan. En la construcción, por ejemplo, se trabaja las 24 horas los siete días de la semana.

'Socialismo rosa'

Aunque el Gobierno chino prevé una ligera contracción de la actividad para finales de este año, no espera que la economía crezca por debajo del 7%. El país necesita crear al menos ocho millones de empleos cada año, después de que las compañías estatales han eliminado 25 millones de puestos de trabajo en los últimos cinco años, para poder competir con los rivales extranjeros en la nueva economía de mercado. Es el peculiar modelo de 'socialismo rosa' chino que, previsiblemente, continuará tras la renovación del Gobierno en noviembre próximo, cuando el presidente Jiang Zemin dé un paso a un lado, después de cinco años al frente del Gobierno, en favor de Hu Jintao, que tiene todas las papeletas para sucederle.

El Estado está muy presente en la economía y lo seguirá estando. Sólo entre enero y septiembre de este año, la inversión pública aumentó un 22%, hasta los 323.000 millones de euros, frente al mismo periodo de 2001, según cifras oficiales. A esto se añade la inversión extranjera directa, que se prevé alcance los 60.000 millones de euros para finales de este año.

Los sectores más beneficiados por la inversión oficial serán los de infraestructuras y transporte. Sólo por dar un ejemplo, el Gobierno quiere construir 300 kilómetros de metro en Pekín para 2008, además de crear este servicio en varias ciudades chinas y modernizar el sistema ferroviario, la gestión portuaria y la red de carreteras. No era difícil ver a los representantes de Dragados, Abengoa, Indra, Renfe o técnicos de Metro de Madrid y CAF recorriendo las salas donde se desarrolló el encuentro empresarial de Pekín.

El mercado chino es sin duda el de mayor y más rápido crecimiento. Las ventas de coches en los siete primeros meses de este año, por ejemplo, aumentaron un 44%, mientras en el resto del mundo han registrado incrementos muy inferiores o se han reducido. Hay 185 millones de teléfonos móviles en la calle y se espera que la cifra llegue a 350 millones en 2004.

La entrada de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en enero pasado, además, facilitará la entrada de empresas extranjeras a China y permitirá una mayor transparencia en las negociaciones, según los empresarios españoles. No obstante, está claro que China irá abriendo más su mercado y se irá ajustando a las normas internacionales a su propio ritmo.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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