_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Plomo chapado en oro

Aguardan agazapadas detrás de los ojos del espectador -mientras éste sufre una película como Spider, llena, atestada, de negruras tercas, sosas y neciamente sofisticadas, y de efectismos truculentos y de terrores y terrorcitos de salón- algunas preguntas ingenuas, pero que por ingenuas son crueles e incluso mortales, ya que traen feroces interrogaciones del sentido común a una pantalla tan rebuscada que, aunque arranca bien, acaba estragando, a la manera de esos banquetes que, tras un agobiante bombardero de esquinados manjares de nouvelle cuisine, hacen pedir a gritos al comensal que le traigan un bocata de ajo y sardinas.

Y es que Spider va de cosa tan culta y honda que esas sus honduras soportan mal cuestiones vivas a flor de piel, como un 'de qué narices va esto?', o '¿con qué demonios me están embaucando?', cuya simple formulación echa estrepitosamente por los suelos al retorcido y, a medida que avanza más mentiroso, tinglado del tragedión. Un tinglado que es una descarada simulación de hondura, porque los pozos del alma que Spider quiere y no puede relatar son tan sólo simples, vulgares camufajes de oquedades artísticas. Y el ingenio de sus creadores -del novelista irlandés Patrick McGrath al, famoso por sus rarezas, amaneramientos y estudiados refinamientos, director canadiense David Cronenberg- es tan sólo el baño de oro que da brillo a una nadería o, encogiendo con dureza la palabra, a una nada.

SPIDER

Dirección: David Cronenberg. Guión: Patrick McGrath, basado en su novela. Intérpretes: Ralph Fiennes, Miranda Richardsdon, Gabriel Byrne, Bradley Hall, Lynn Redgrave. Género: thriller. U.K.-FRancia Canadá, 2002. Duración: 98 minutos.

Pasado de rosca

Por el agujero que abre en la maraña de negruras de diseño de Spider una pregunta tan simple y diáfana como '¿por qué tanta agresión al buen gusto?', salta la condición de mercancía averiada de la película; y se esfuman las bondades -que son más de cosmética que de piel, más de atrezzo que de carne- que en su arranque promete el juego tremendista y oscurantista de este innecesario e inane juego de thriller mental, este vacío, trucado y falsario enigma mórbido en que nos quiere involucrar David Cronenberg, cineasta con inclinaciones a negruras de escaparate, que aquí desaprovecha la concienzuda composición de un Ralph Fiennes -bien arropado por el turbio triángulo que forma con Miranda Richardson y Gabriel Byrne, envueltos en las atmósferas tenebristas de una poderosa fotografía- monocorde y pasado de rosca.

No crea Spider sensación de necesidad y credibilidad en el bestial infierno íntimo que enuncia, un infierno de diseño arbitrario, calculado y previsible, pues a media película se adivinan sus siniestros recovecos finales, en los que Cronenberg quiere hacer pasar por noble materia de misterio a la vulgar carnaza de un simple secreto que, para colmo, es un secreto a voces.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_