Schröder pide 'sacrificios' a los alemanes para superar la crisis
Los Verdes prohíben a sus líderes acumular cargos parlamentarios
Combativo como no lo estuvo durante la campaña electoral, ronco en varias ocasiones, Gerhard Schröder pronunció ayer un discurso ante 500 delegados de su partido, el SPD, en el que pidió 'sacrificios' a los alemanes para poder salir adelante, vistas las dificultades económicas y el caos de la Hacienda pública. Los delegados socialdemócratas se habían reunido en un hotel de Berlín para aprobar la coalición de gobierno con Los Verdes, cosa que hicieron con un solo voto en contra. Un día antes, Los Verdes también dieron su aprobación de forma masiva.
El congreso de Los Verdes, sin embargo, tuvo un desarrollo más dramático. Los delegados votaron masivamente a favor de la coalición, para lo cual tuvieron que tragarse varios sapos: no lograr un cuarto ministerio en el Gobierno, pese a que fue su buen comportamiento en las urnas lo que salvó a Schröder, y, sobre todo, aceptar que el reactor nuclear más antiguo de Alemania (Obrigheim) siga abierto dos años más, en contra de lo pactado.
Por contra, los delegados asestaron un golpe que ha sumido a la dirección del partido en una grave crisis. Por sólo 20 votos, de más de 700 asistentes, el congreso se negó a acceder a la petición de la cúpula: poder compatibilizar la dirección del partido con algún cargo público. Los actuales copresidentes, Claudia Roth y Fritz Kuhn, lograron sendas actas de diputados que deseaban mantener. De ahí el intento de reformar los estatutos. El partido se negó. Durante los diez minutos que duró el recuento se vio a Joschka Fischer nervioso, mordisqueando la patilla de sus gafas. Desolación en las caras de Kuhn, Jürgen Trittin, el ministro de Medio Ambiente, y Claudia Roth. Esta última se echó a llorar al hacerse público el resultado.
Muchos de los que votaron en contra reconocieron ayer que están encantados con el trabajo de Roth y Kuhn, pero que era una cuestión de principios. Ambos han dicho ya que desean ser diputados y que renunciarán a la dirección del partido.
Aunque se trata sólo de una cuestión de organización interna, este triunfo de los fundamentalistas del partido (frente a los realistas) augura tensiones en el futuro. Schröder dispone de una mayoría de sólo nueve diputados. Lo que significa que cinco diputados verdes (el grupo parlamentario tiene más de 50) se bastan para derrotar al canciller en el Bundestag. Y como ha quedado claro, la dirección del partido sigue sin controlar a las bases.
Schröder, por el contrario, no tuvo ningún problema en su propio congreso. Lo que no le hizo bajar la guardia. A juzgar por su retórica, pocos de los presentes hubieran pensado que la votación estaba ganada de antemano. 'Este país ha dejado definitivamente de estar en manos de la CDU', dijo Schröder.
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