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Una gran exposición reconstruye en Roma la aventura del expresionismo

Se exhiben 170 obras de los principales artistas del movimiento alemán

'El instinto es diez veces superior al saber'. La frase de Emil Nolde refleja el espíritu inicial del expresionismo, un movimiento surgido en Alemania a principios del siglo XX que liberaba al artista de todo corsé académico o naturalista para permitirle expresar sus estados de ánimo y sus sentimientos a través de un uso poco ortodoxo del color. El expresionismo abarcaría literatura, música y pensamiento, pero revolucionaría sobre todo el universo de la pintura. El museo del Vittoriano, en Roma, dedica a esta poderosa corriente artística una amplia exposición, Los expresionistas. 1905-1920.

Al expresionismo, 'una de las mayores aportaciones de la cultura alemana al arte del siglo XX', según la comisaria de la muestra, Magdalena Möller, se adhirieron en distintas épocas de su desarrollo artistas de muy diversa inspiración y talento, pero en todos latía el deseo común de romper las barreras expresivas del arte.

La exposición de Roma, que estará abierta hasta el 2 de febrero, da fe de esta diversidad y de esta comunión de ideales reuniendo un amplísimo abanico de artistas, no sólo los grandes y famosos, desde Ernst Ludwig Kirchner a Wassily Kandinsky, Paul Klee, George Grosz o Alexei Jawlensky, sino los menos conocidos, cuya aportación al movimiento contribuyó a darle coherencia y espesor.

A través de las casi 170 obras reunidas (óleos, acuarelas, témperas, grabados y litografías, además de esculturas), procedentes en su mayoría de museos alemanes y suizos y alguno de Estados Unidos, la exposición reconstruye un periodo del arte europeo surgido en una fase histórica particularmente turbulenta. Son los años precedentes al cataclismo de la Gran Guerra y los posteriores (en las obras de Otto Dix y George Grosz), que se asomaban ya al nacimiento del nacionalsocialismo alemán.

La muestra reúne las obras de los dos grupos que sintetizan el espíritu expresionista: Die Brücke (El Puente), con el que nace en Dresde, en 1905, el expresionismo propiamente dicho, y Die Blaue Reiter (El Caballero Azul), surgido en Múnich en 1911. El padre de la primera iniciativa es el pintor Ernst Ludwig Kirchner, arropado por Kart Schmidt Rottluff y Erich Heckel. Otros artistas como Emil Nolde se sumarán brevemente a esta experiencia que surge, como proclama el manifiesto de Kirchner, con la intención 'de conquistar la libertad de acción y de vida'. Al periodo inicial de El Puente -de 1905 a 1911- pertenecen obras que golpean con sus colores intensos y su poderosa pincelada, como Primavera precoz, de Kart Schmitd-Rottluff, o Paisaje de Dresde, de Erich Heckel.

El nuevo grupo pretendía ser un puente, una transición, pero también una vía de huida del pasado. En sus cuadros se aprecia el enorme impacto de la obra de Vincent van Gogh y del noruego Eduard Munch, una influencia a la que se sumará después (en la fase berlinesa del grupo entre 1911 y su disolución, en 1913) la de la pintura fauve francesa y, más tarde, la del arte africano. De estos artistas primitivos admiran 'la vitalidad y la intuición expresiva', explica Möller.

Dos años antes de que el grupo El Puente se disuelva, en 1911 el genial artista ruso Wassily Kandinsky crea en Múnich, con Franz Marc, una nueva iniciativa, Die Blaue Reiter (El Caballero Azul), destinada a llevar el expresionismo por nuevos derroteros espirituales. Para Kandinsky, el arte no tiene barreras, la expresión plástica es sólo una de las formas del magma cósmico en el que se sumerge el artista. Pintura, música, poesía, todo es lo mismo y todo se comunica entre sí. La exposición recoge 15 obras de entre las más hermosas de Kandinsky y nueve cuadros de Franz Marc. Deslumbran también por su belleza extrema los lienzos del otro ruso del grupo (aunque se sumó más tarde a él), Alexsej Jawlensky. Son obras sobrecargadas de color con una atmósfera profundamente pasional. No es casual que en el almanaque de Die Blaue Reiter se incluyera entre los precursores de este movimiento a un artista singular como El Greco.

<b></b><i>Desnudos en el bosque sobre la playa </i>(1913), de Ernst Ludwig Kirchner.
Desnudos en el bosque sobre la playa (1913), de Ernst Ludwig Kirchner.

Color, pasión y desgarro

Obras de 21 artistas se exhiben en la muestra dedicada a la aventura plástica y espiritual de los expresionistas. A todos les une el denominador común de haber compartido un momento histórico particularmente traumático, y el haberse formado en Alemania. El uso del color como elemento expresivo esencial, es otro de los elementos aglutinantes, aunque, como reconoce la comisaria Magdalena Möller, al expresionismo pertenecieron artistas con estilos muy personales. Mientras Vasili Kandinsky se inclinó poco a poco hacia una abstracción espiritualista, artistas como Otto Dix pasaron del expresionismo al dadaísmo y de ahí, con George Grosz, a lo que se llamaría 'Nueva objetividad'. La exposición pone en contacto a todos los expresionistas, comparando las respectivas biografías, los encuentros y desencuentros, el choque -casi general- con el nazismo naciente y el fin de movimiento, convertido, después de la Primera Guerra Mundial, en un clásico.

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